La pizarra de Yuri: 2009

jueves, 24 de diciembre de 2009

Cerrado por vacaciones

Feliz año nuevo a todo el mundo.

Nos vemos en enero.  ;-)

EL LIBRO DE LA PIZARRA DE YURI:
La Pizarra de Yuri
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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Las universidades más antiguas del mundo

La enseñanza superior de la Antigüedad sobrevive hasta nuestros días


Resulta complicado hacer enumeraciones de lo más antiguo de algo; siempre aparecerá otro más asegurando que en su pueblo hubo algún precedente que podría considerarse como tal con más o menos tormento del lenguaje.

Sin embargo, dado que algunas instituciones educativas llevan enseñando a sus estudiantes según un programa establecido, fomentando el pensamiento y emitiendo títulos de capacitación superior durante más de un milenio, resultará difícil discutirles su carácter, al menos, como las universidades modernas más antiguas del mundo que siguen actualmente en operación.


El predecesor más antiguo de una universidad que continúa abierto hoy es la Universidad de Nanking (China), creada en el año 258 de nuestra era. Sin embargo, su origen fue más bien una academia de oposiciones, que no emitía títulos superiores de validez universal, sino que preparaba a sus estudiantes para las durísimas pruebas de acceso al funcionariado imperial. No se convirtió en una universidad moderna hasta 1920.

Otra institución que a veces se sugiere como la universidad más antigua en existencia es la de Atenas, refiriéndose a la Academia Platónica fundada por el conocido filósofo en el 368 a.C. Sin embargo, ni la academia de Platón era una universidad, sino una escuela de filósofos, ni la moderna Universidad de Atenas puede trazar lícitamente sus orígenes a la misma (tampoco es que lo pretenda, pero algunos han querido hacerlo en su nombre). Nalanda (India, siglo V) y Constantinopla (Bizancio, 425 d.C.) son más sugerentes, pero ambas desaparecieron hace mucho y eran muy distintas de lo que hoy por hoy entendemos como una universidad.


Probablemente la universidad moderna más antigua que sigue con sus puertas abiertas hasta la actualidad sea la de Al-Karaouine, en Fez (Marruecos). Fue fundada como mezquita en el año 859 por la hija de un mercader, Fátima Al-Fihri, con su correspondiente madraza (escuela religiosa islámica). Esta madraza se convirtió pronto en un centro de debate político y social, expandiendo sus estudios primero a la jurisprudencia del derecho musulmán (shariah) y de ahí, apoyada por poderosos sultanes, a otras ramas de la ciencia y las humanidades como la gramática, la retórica, la lógica, la medicina, las matemáticas, la astronomía, la alquimia, la historia, la geografía y la música durante los siguientes ocho siglos. El sabio judío andalusí Maimónides (1135-1204) estuvo estrechamente relacionado con Al-Karaouine, así como el gran geógrafo islámico del mismo origen Mohamed Al-Idrisi, que dibujó para Rogelio II de Sicilia la Tabula Rogeriana o Kitab Ruyar (1154), el más avanzado de los mapamundis de la Antigüedad.


Otros licenciados notables de Al-Karaouine fueron el polígrafo Ibn Jaldún –verdadero precedesor del hombre renacentista–, así como Ibn Al-Jatib –el primero en observar el mecanismo del contagio de las enfermedades infecciosas durante la Peste Negra del siglo XIV– o el diplomático y geógrafo Al-Wazzan (conocido por su latinización Leo Africanus), todos ellos relacionados con el brillo cultural que caracterizó a Al-Andalus. La Universidad de Al-Karaouine recibió también la visita de cristianos como el gramático belga Nicolás Cleynaerts o el matemático y orientalista holandés Jacob Golius. La sala del reloj del minarete de la mezquita anexa (Dar Al Muwaqqit) fue un importante centro de estudios matemáticos y cronológicos durante varios siglos.

Posteriormente, por desgracia, la Universidad de Al-Karaouine formó parte del proceso de regresión religiosa que viene azotando al mundo árabe durante los últimos siglos. En la actualidad, aunque dispone de cuatro facultades con sus correspondientes campus, sólo enseña teología y jurisprudencia islámica, caligrafía religiosa y materias similares en lo que vendría a ser una súper-madraza. Pero esta decadencia no puede robarle, ni lo hará jamás, el mérito de ser la primera universidad digna de tal nombre que conoció la humanidad.


La segunda universidad más antigua que se mantiene abierta hasta la actualidad es la Universidad Al-Azhar en El Cairo (Egipto), titulando a sus estudiantes desde el año 972. En este caso hablar de regresión es más complicado, pues siempre fue fundamentalmente un centro de enseñanzas teológicas, considerado en la actualidad como el corazón de la literatura árabe y los estudios islámicos suníes. La colección de manuscritos raros que conservan en su gigantesca biblioteca, con más de siete millones de páginas, está considerada como una de las más importantes del mundo. Pese a su clara vocación teológica, dispuso desde su origen de facultades de filosofía, astronomía, medicina, gramática y lógica, y en la actualidad también de ingeniería y agricultura.

Les siguen, a mediados del siglo XI, las nizzamiya de Isfahán (Irán) y Bagdad (Iraq), que fueron las primeras en generalizar el principio de enseñanza superior gratuita a los estudiantes que lo merecieran mediante lo que hoy en día llamaríamos becas (en Al-Karaouine y Al-Azhar este había sido un privilegio especial concedido por los sultanes que les hacían de mecenas). También sería adecuado destacar el papel de los hospitales universitarios persas (bimaristan) como facultades de medicina, durante el siglo IX.


En el mundo occidental, la universidad más antigua que continúa abierta (y la primera en usar tal denominación) es la de Bolonia (Italia). Empezó a formarse a finales del siglo XI, cuando un grupo de maestros de gramática, retórica y lógica comenzaron a enseñar derecho bizantino. Los primeros docentes de quienes se conserva memoria fueron Pepone e Irnerio, conocido como "luz del derecho". En 1158, a petición de cuatro doctores de esta universidad, el Sacro Emperador Romano Federico I promulgó una de las normas más desconocidas y trascendentales en la historia del pensamiento humano: la Constitutio Habita, que garantizaba a la Universidad de Bolonia el derecho de investigar con independencia de cualquier otro poder. Nacía así el principio de independencia universitaria, clave para que las universidades se convirtieran en el corazón vivo de la ciencia y las humanidades a partir de ese momento. A lo largo del siglo XIV, nuevos docentes en medicina, filosofía, aritmética, teología, lógica, astronomía, retórica y gramática se sumaron a estos juristas originarios. Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Guido Guinizelli, Cino da Pistoria, Cecco d'Ascoli, Re Enzo, Salimbene da Parma y Coluccio Salutati estudiaron en Bolonia.

A partir del siglo XV se incorporaron también estudios en latín y griego clásico, y en el XVI, a instancias del filósofo Pietro Pomponazzi, magia naturalis: ciencia experimental, el estudio de las leyes de la naturaleza al margen de las posiciones tradicionales de la filosofía y la religión. Se plantaba así la semilla académica de la ciencia moderna.


Les siguieron poco después, en el mismo siglo XI, las universidades de París (Francia), más conocida por La Sorbona y dividida en 13 instituciones en 1970 a consecuencia del mayo del '68, así como Oxford (Reino Unido). En el XII abrió Montpellier (Francia). Después, durante el XIII, surgirían Cambridge, Padua, Salamanca y otras muchas. Cambridge fue la primera en recibir una bula del Papa Gregorio IX que autorizaba a sus licenciados a enseñar en toda la Cristiandad. Mientras tanto, en el mundo islámico, abría también la madraza Al-Mustansiriya de Bagdad.

La historia de la universidad discurre inseparable de la historia de la ciencia y del pensamiento contemporáneos. Sin universidades, nunca habría sido posible concentrar tantas mentes cualificadas en un único lugar hasta alcanzar los umbrales necesarios para evolucionar el conocimiento humano como ha sucedido. Sin universidades independientes, jamás nos habríamos atrevido a poner en tela de juicio saberes tradicionales que eran menos que verdaderos, pero defendidos por instituciones poderosas. Todo el progreso presente de la humanidad ha pasado, en un momento u otro, por una universidad; y con frecuencia, se ha originado en ellas.

La universidad es uno de nuestros patrimonios culturales más valiosos y útiles, imprescindible para el desarrollo de la humanidad; como tal debe ser protegida y defendida frente a quienes, por intereses políticos y religiosos, elitismo o lucro espurio, pretendan disolver sus valores más fundamentales: búsqueda constante de todo conocimiento, independencia, autonomía, universalidad, libertad de pensamiento, cátedra e investigación, gratuidad sobre un sistema de méritos. Si permitiéramos que ocurriese lo mismo que sucedió a las otrora legendarias universidades árabes, ya sabemos qué viene a continuación. Sólo hay que mirar un poco hacia el sur. Y no queremos de eso, ¿a que no?

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domingo, 20 de diciembre de 2009

De cuando los guerrilleros derrotaron a los robots (UAV)

La resistencia iraquí nos ofrece una exquisita exhibición de guerra asimétrica


En realidad, era un secreto a voces entre los radioaficionados con mejor información o, simplemente, con la suerte de haber captado alguna de estas transmisiones. Y venía siéndolo desde los años noventa, durante las guerras que desintegraron a la antigua Yugoslavia: los aviones de reconocimiento sin piloto –UAV: unmanned aerial vehicle– que usan los Estados Unidos, la OTAN y sus aliados transmiten la señal de video sin cifrado alguno. De esta manera, la resistencia iraquí –y barruntan que hasta los afganos– han estado registrando durante años las imágenes captadas por los UAVs espías estadounidenses en numerosas ocasiones por todo el país.


Nos lo cuentan, entre otros muchos, medios poco sospechosos de antiamericanismo como el Wall Street Journal del amiguísimo de Chemari Aznar, Rupert Murdoch, propietario también de medios tan ideológicamente correctos como Fox News. Ahora dicen que el problema se conocía desde 2004, pero no es verdad. El problema, obviamente, se conoce desde el principio: cualquiera con dos dedos de sesera que tuviera acceso a los detalles tecnológicos de estas aeronaves no tripuladas tuvo que echarse las manos a la cabeza al observar el detalle. Como ya apunté en el artículo sobre los satélites espías, no hay nada más fácil en el mundo que detectar e interceptar cosas que han decidido emitirse a sí mismas: radio, radiotelefonía, radar, láser, televisión, etcétera. De nuevo nos encontramos con leyes físicas básicas que no pueden ser eliminadas por ningún laboratorio secreto de sabios locos, aquí o en Andrómeda.


Los más puñeteros hallarán sin duda sabroso saber que la oposición viene usando enlaces encriptados para sus UAVs al menos desde los tiempos del Tupolev Strizh, y actualmente con los Yak Pechela o los XianglongWZ-2000 de los amarillos. El motivo de que Estados Unidos y sus aliados ignoraran el cifrado en sus canales de video no obedece, por supuesto, a una carencia tecnológica; sino a una carencia económica. ¿Los rusos y los chinos tienen más pasta que los USAmericanos? En realidad tampoco (aunque en los últimos tiempos, cualquiera sabe...). Lo que ocurre es que pagan menos por sus sistemas de cifrado, que son de producción estatal o paraestatal. En Occidente, el state of the art en tecnologías de encriptación pertenece a empresas privadas, y los que se consideran realmente buenos valen una montaña de dinero en patentes y derechos varios. A esto lo llaman algunos retirar el cifrado porque ralentizaba la conexión (como si no hubiera cifrado de alto nivel para video en tiempo real; lo que pasa es que hay que pagarlo). Una vez más nos hallamos ante esas duras realidades de la vida que la fauna conspiranoica suele ignorar.



Pero vamos al ajo. Resulta que los moros del turbante, sin duda con la única intención de molestar a los defensores de la supremacía racial occidental, saben manejar ordenadores. Hasta saben instalarles un sintonizador de radiofrecuencia y un programa que se vende por 26 dólares, el Skygrabber, desarrollado por unos rusos que van por libre para que cualquier hijo de vecino pueda grabarse la tele por satélite en su portátil (parece que los malandrines lo acaban de subir a $45,95 aprovechando la publi, y bien que hacen). Me apuesto un redondo y parte del otro a que ni siquiera pagaron por él y lo tenían pirata, los muy terroristas. El caso es que o bien al barbudo iraquí o a su coleguita iraní o, en general, a cualquier persona con algo más que serrín en la mollera se le ocurrió conectar el portátil a una antena omnidireccional corriente en vez de a un plato de satélite. Et voilà! Video en directo desde los cielos, por cortesía de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, para irlo viendo sobre la marcha –por ejemplo, durante un combate– o almacenarlo en el disco duro y estudiarlo con posterioridad.


Aseguran las Fuerzas Armadas Gringas que el problema era conocido (ya te digo: como para no serlo), que no ha puesto en peligro a sus tropas (sólo faltaría que sabiéndolo hubieran utilizado los UAVs de tal modo que los delatara: sería como para fusilar a alguien) y que el asunto ya ha sido resuelto (a saber cuántos millones habrán pagado esta vez, con la economía hecha harapos). El caso es que durante todos estos años las transmisiones de sus aviones sin piloto más sofisticados se han hecho en abierto, permitiendo al enemigo –o a cualquiera que pasara por allí– seguirlas con un equipo que cuesta menos de dos mil euros. Al parecer, el problema no sólo se daba en los veteranos Predator, sino también en los modernos Reaper que están equipando ahora mismo, y en general en todas las aeronaves no tripuladas que vienen operando nuestros amigos del norte de América.

Pero el asunto es más grave de lo que pretenden demostrar. Resulta que el enemigo (¿resuena Gila en mis oídos?) no sólo ha podido ver el feed de video más o menos igual que un general norteamericano, sino que también ha aprendido muchas más cosas. Por ejemplo, qué le interesa observar a los Estados Unidos. Cómo lo hace. Qué tácticas de reconocimiento utiliza. Cuáles son las prestaciones de sus UAVs. Dónde están, desde dónde salen, a dónde van, cómo trabajan sus operadores, qué hacen cuando les cargan algún Hellfire para reventar a un desgraciado.


Teniendo en cuenta que estos medios aéreos se han usado masivamente en Iraq, puedo imaginarme fácilmente al iraní del J2, el ruso del GRU o el chino del Sexto Instituto poniendo ojos como platos cada vez que el coleguita moro le pasa las pelis a cambio de algún dinero o unos kilos de explosivos. Combinado con sus propios medios de recolección de inteligencia de señales, el mundo entero puede saber a estas alturas cómo el yanqui aplica sus más avanzadas tecnologías de reconocimiento táctico y subestratégico. Otra batalla ganada en la guerra contra el terrorismo, sin duda, que ya se ha comido un billón (europeo) de dólares en llevar la ley islámica a un sitio donde nunca hubo ley islámica, el antes secular Iraq (Nueva Constitución Iraquí, preámbulo y art. 2). O en reconvertir a los señores de la guerra afganos (no lo olvidemos: luchadores por la libertad y americanos nacidos en el sitio equivocado según Reagan y Thatcher) en operadores políticos democráticos y emprendedores globales (de la heroína) mientras siguen manteniendo a su pueblo en la miseria y la ignorancia más atroces, y por supuesto bañando en ácido sulfúrico a las chavalitas que les salen pelín precoces, un algo coquetas o –Alá no lo quiera– con ganas de estudiar. O las tres cosas, que ya es la peste. Puñeteras gafapastas, y encima rojas.

Los aviones sin piloto.


La primera aplicación militar que se encontró para la aviación, ya a finales del siglo XIX, fue la observación del campo de batalla; en un principio usando globos y luego, aviones. No es de extrañar, pues, que el primer uso para la siguiente iteración tecnológica –las aeronaves no tripuladas– fuera idéntica: el reconocimiento táctico o en los niveles inferiores del nivel estratégico. Desde su mismo origen, estos espías atmosféricos resultaron tan eficaces –y con tantas limitaciones– como sus hermanos mayores de las regiones cósmicas.

Reducidos a su mínima expresión, un UAV no es mucho más que un avión de aeromodelismo provisto de cámaras u otros sensores, que se controla mediante canales más o menos protegidos de telecomando. Sencillos mecanismos de pilotaje automático les confirieron, hace ya años, algunas capacidades autónomas como la de recorrer un determinado patron o seguir unas señales específicas. Conforme la tecnología informática ha ido avanzando, y con ella los medios de inteligencia artificial, algunas de estas aeronaves no tripuladas han adquirido progresivamente algunas posibilidades de reaccionar ante su entorno, aunque muy lejos aún de lo que puede hacer un ser humano.


En tiempos recientes, la miniaturización de las cámaras y otros sensores ha permitido crear avioncitos muy pequeños llamados micro UAVs, que pasan fácilmente desapercibidos. Los más populares en el mercado armamentístico son los ZALA rusos, como el ZALA 421-08 que puede ser teledirigido o guiado autónomamente por GLONASS (el GPS de ellos) y obtener imágenes ópticas y de infrarrojos con menos de dos kilos de peso, siendo prácticamente invisible a los ojos y los sensores por su reducido tamaño. En esta misma función, los norteamericanos usan el Dragon Eye. Otros muchos países han producido este tipo de aparatos, cuyas prestaciones son tan limitadas como su tamaño, pero sin duda resultan insuperables para la observación en el campo de batalla o en entornos urbanos con su alcance típico de 25 o 30 km.


En el extremo opuesto se encuentra el RQ-4 Global Hawk de los norteamericanos, que viene siendo una aeronave de reconocimiento del tipo del U-2 pero sin piloto. Capaz de volar a casi 20.000 metros de altitud, con 6.000 km de alcance y 650 km/h de velocidad, este avión de pleno derecho puede operar durante 36 horas seguidas observando al enemigo tanto en el rango óptico e infrarrojo como mediante su radar de apertura sintética.

Entre uno y otro extremo, se halla una multitud de aeronaves de esta clase producidas por más de una veintena de países, siendo Israel un exportador muy común en el campo. España desarrolla junto con Alemania el EADS Barracuda. Pero el más conocido de todos por su alto perfil en guerras recientes es el estadounidense MQ-1 Predator. Al igual que sus antecesores tripulados, estos modernos UAVs vienen incorporando ya algunas capacidades de combate, normalmente bajo la fórmula de cargarles un par de misiles ligeros del tipo del Hellfire para atacar blancos de oportunidad que surjan ante sus ojos electrónicos. También se les puede proveer con Stingers o similar con objeto de derribar aeronaves en condiciones análogas.

Las aeronaves no tripuladas son un arma extremadamente útil, e incluso económica, que por su proximidad al suelo y su capacidad de ser operados como un avión cualquiera no tiene muchas de las limitaciones que plagan a los satélites de reconocimiento. De hecho, ambos se complementan mutuamente para hacerse una idea global de lo que está ocurriendo en un determinado lugar.

Guerras de robots.


Los mayores problemas de los UAVs están relacionados con su necesidad de mantenerse en contacto con sus operadores, lo que los delata en el espectro radioelectrónico aunque sus señales viajen bien cifradas y puede permitir su interferencia a manos del enemigo; conforme van ganando en capacidades autónomas gracias al progreso de la computación, esta dificultad va reduciéndose.

Otro problema sustancial es que sus mecanismos defensivos son relativamente pobres, y desde luego muy lejos de los que puede adoptar un ser humano que se juega la vida sentado sobre su máquina. En realidad, la mayor protección de un UAV es su reducido tamaño y su bajo perfil en el radar y en el infrarrojo, lo que hace difícil apuntarles con misiles. A pesar de esto, en la mayoría de conflictos los UAVs son derribados rutinariamente. Durante el bombardeo de la OTAN contra Yugoslavia, en 1999, la Alianza Atlántica perdió un total de 35 aeronaves, incluido el notorio derribo de un avión invisible F-117 NightHawk que precipitó su retirada del servicio; 30 de estas pérdidas fueron UAVs.


De hecho, ya ha habido una guerra de los UAVs, o al menos una guerrita. Durante la escalada de tensiones que finalmente condujo a la guerra entre Rusia y Georgia de 2008, el bando georgiano estuvo enviando numerosos UAVs de reciente fabricación israelí para espiar a los independentistas de Abjasia, que cuentan con apoyo ruso. Entre marzo y mayo de ese año, los abjasios derribaron un mínimo de tres y un máximo de siete de tales aparatos (Elbit modelo Hermes 450). Sólo en una de las ocasiones pudo estar implicada un arma aérea verdaderamente poderosa, un caza de superioridad aérea Sukhoi Su-27 o quizás un MiG-29 perteneciente a la Fuerza Aérea Rusa operando desde Krasnodar o Maykop (los rusos lo niegan). El resto cayeron a manos de armas de infantería, un lanzamisiles tierra-aire fabricado antes del colapso de la URSS y los avioncitos de entrenamiento táctico L-39 Albatros que operan los abjasios.

Como ya he mencionado, el principal enemigo de los UAVs son sus propias transmisiones, que los delatan en el espectro radioelectrónico. Sería, por supuesto, posible construir uno de mediano tamaño que operara en modo silencioso, registrándolo todo en dispositivos de almacenamiento hasta su retorno a base o al menos hasta hallarse fuera de peligro; pero esto anularía sus capacidades más interesantes, como la posibilidad de espiar en tiempo real, reaccionar ante una observación llamativa, atacar un blanco de oportunidad o poner a prueba las defensas enemigas. En caso de pérdida por accidente o derribo, la misión no habría servido para nada. Y ni siquiera sería posible saber si va por buen camino o se ha desviado a lugares desaconsejables militar o políticamente. Hasta que no haya inteligencias artificiales capaces de pensar como un ser humano, y se puedan montar a bordo de una aeronave así, un UAV silencioso no es muy interesante ni muy útil.


Por otra parte, las señales de telecomando se pueden interferir, bien simplemente para suprimirlas y provocar la pérdida de control de la aeronave o incluso para volverla contra su propietario. No se ha hecho público que esto último haya sucedido en ningún conflicto real.

Y, como hemos visto, las observaciones realizadas por el UAV pueden ser también aprovechadas por el enemigo; si no van cifradas, incluso por un enemigo de baja tecnología como la resistencia iraquí. Es de suponer que un enemigo más poderoso y con mejores medios podría proponerse descifrar la encriptación de un canal protegido; esto de la criptografía tiene siempre el problema de que nunca sabes hasta dónde habrán llegado los matemáticos de tus oponentes.

Lo cierto es que hemos sido testigos de una excelente exhibición de guerra asimétrica, que es algo a lo que los españoles ya pusimos un nombre menos pijo hace muchos años: guerrilla. Esto es: combatir a un enemigo más poderoso con conocimiento del terreno, evitando sus mayores fortalezas y explotando sus mayores debilidades, encontrando maneras inteligentes de volver su propio poder contra él. Que es, en último término, como cualquier persona inteligente combate una guerra. Nadie dijo nunca que el enemigo se tuviera que comportar como en las maniobras militares, en los folletos de propaganda o en las simulaciones por ordenador. Quien espere un oponente así comete un profundo, un gravísimo error que le costará muy caro. Como puede verse con facilidad. Por televisión.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

LHC reloaded: parada invernal

NOTICIA




Tal como estaba programado, el colisionador de partículas LHC del CERN se detuvo ayer a las 18:03 CET para la parada invernal.

La razón fundamental de esta parada se debe al elevado coste de la energía eléctrica en estas fechas y su disponibilidad en las redes europeas. El LHC consume elevadas cantidades de energía (120 MW), por lo que la detención de los aceleradores en su conjunto reduce el gasto del CERN desde los 180 MW máximos a 35 MW de carga base.

En un año, el CERN consume aproximadamente 1.000 GWh, de los que aproximadamente 700 corresponden al LHC (carga base, máquina, experimentos). Esto equivale, más o menos, al 10% de la electricidad usada en el cantón de Ginebra, donde se encuentra instalado. Aunque dispone de generadores diesel autónomos para las emergencias, el CERN no produce normalmente su propia energía sino que depende de la red general.

Estas paradas programadas se aprovechan para la realización de mantenimientos, calibraciones y actualizaciones.

Los resultados del LHC desde su segunda puesta en marcha iniciada el pasado 4 de septiembre hasta el día de hoy son excelentes. No sólo se puede considerar resuelta la avería del pasado año, sino que el colisionador ha funcionado a la perfección, manteniendo haces estables con grupos múltiples de partículas durante varias horas, alcanzando el récord máximo de energía obtenido jamás (2,36 TeV, 1,18 por haz) y suministrando ya los primeros datos para el cotejamiento científico (paper).

Entre las anécdotas, cabe destacar la conocida por todo el mundo del pájaro y la baguette, y un corte de electricidad el 3 de diciembre debido a un fallo en una conexión de 18.000 voltios que mantuvo el complejo desconectado durante algunas horas (aunque los sistemas esenciales no resultaron afectados en ningúin momento).

El siguiente arranque del colisionador está previsto para el 10 de febrero de 2010, hacia los 7 TeV. Hacia el conocimiento.

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lunes, 14 de diciembre de 2009

LHC reloaded: ¡millones de colisiones!

NOTICIA

Durante el fin de semana, el acelerador LHC ha registrado más de un millón de colisiones en su rango energético mínimo de 0,9 TeV (equivalente a los colisionadores más poderosos que existían hasta ahora) y hasta 50.000 a 2,36 TeV, durante varias horas sin parar. Este elevado número de colisiones será preciso para obtener datos científicos válidos, con numerosas oportunidades de detección y verificación. Cuando esté funcionando nominalmente, el LHC producirá unos seiscientos millones de colisiones por segundo al 99,9999996% de la velocidad de la luz.

En estos momentos, los haces de partículas son ya estables y permiten circular varios grupos de protones a la vez, maximizando así las posibilidades de impactos útiles. De aquí al miércoles, momento en que se apagará el acelerador hasta principios del año que viene, está previsto seguir aumentando la intensidad de los haces y el número de colisiones para tener lista toda la calibración científica.

En 2010, el LHC irá incrementando la potencia y estabilidad de sus haces hasta alcanzar los 7 TeV (3,5 TeV por haz), la mitad de su potencia máxima, como está programado para el año que entra. Ese será el momento en que se iniciará verdaderamente el mayor proyecto científico de la historia de la física, permitiéndonos aprender cosas que ahora a duras penas soñamos. Ver, como si dijéramos, más allá de la neblina de la realidad.  ;-)

Además:
Aquí está el paper con los resultados de los primeros 284 eventos de colisión registrados en el detector ALICE a principios de diciembre, en energías en torno al TeV, confirmando que los resultados son coherentes con los obtenidos en colisionadores anteriores.


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domingo, 13 de diciembre de 2009

Satélites espías

Los espías del cielo también tienen sus limitaciones


Algunas películas, novelas y no pocos propagandistas han hecho creer a mucha gente que los satélites de reconocimiento constituyen una especie de ojo de Dios con el que las principales potencias espaciales pueden vigilar a todo el mundo en todo momento y lugar. Muchos recordaremos, por ejemplo, aventuras como Enemigo Público donde el protagonista es perseguido de modo singularmente paranoico mediante toda clase de medios tecnológicos. No son pocas las referencias –incluso entre autores de cierto crédito– apuntando a que estos observadores celestiales podían leer los titulares de un periódico o reconocer una cara entre una multitud hace ya años e incluso décadas. De algún modo, la popularización de servicios cartográficos satelitarios como el conocido Google Maps (o Google Earth) y similares ha conducido a algunos a pensar "si esto es lo que dejan ver al público, ¿qué no tendrán ellos?" Para la gente de a pie que alguna vez ha considerado esta cuestión, los satélites de reconocimiento parecen haberse convertido en algo religioso, análogo a esos dioses capaces de ver lo que haces día y noche, estés donde estés, quizá tomando nota para algún remoto Juicio Final.

Bien, pues todo esto resulta un poquito paranoico. No seré yo quien discuta las capacidades de los modernos satélites de reconocimiento, pero dentro de unos márgenes. Como toda tecnología, sus posibilidades quedan limitadas por la ciencia que hay detrás... y por el dinero y los recursos disponibles.


Las cuestiones relacionadas con los satélites de reconocimiento, en tanto que medios de espionaje globales, suelen ser secretas. Pero no un poquito secretas, sino secretas del demonio, gestionadas por agencias oscuras especialmente constituidas a tal efecto y protegidas por numerosas –y severas– leyes. No seré yo quien se meta en semejantes mejunjes, pero a fin de cuentas la ciencia que alienta esta tecnología es conocida. Esa es una de las cosas bonitas de la ciencia: no se puede mantener en secreto. Una cierta aplicación tecnológica sí, pero la ciencia de fondo no, porque la ciencia sólo puede avanzar cuando es pública y está al alcance de muchos cerebros. Aunque fuera concebible un programa científico confidencial, no tardaría mucho en estancarse y quedar atrasado con respecto a los abiertos. Incluso cosas tan secretistas como la tecnología de las armas nucleares depende de avances científicos disponibles en cualquier universidad. Por mucho que se intente, no funciona de otra manera.

Máxime cuando nos referimos a leyes fundamentales de la física (o de otras ramas de la ciencia), que son iguales para todo el universo conocido y están al alcance de cualquier estudioso. Así que no nos dejemos impresionar tanto por todas esas organizaciones oscuras y leyes de secretos oficiales, y echémosle un vistazo a estos presuntos ojos casi divinos a la intensa luz de la ciencia.

Reconocimiento óptico

Los primeros intentos para construir un satélite de reconocimiento se encontraron con problemas y fracasos sonoros, como sucede con cualquier actividad pionera. Algunos de ellos fueron notables, como uno de los primeros prototipos CORONA norteamericanos (el Discoverer-2 de la serie KH-1, abril de 1959) que debido a un pequeño error tuvo la mala idea de regresar a la Tierra... doscientos kilómetros al norte de Moscú, en pleno territorio soviético, y no en las islas Hawaii como tenía programado. Fue hallado por unos leñadores y terminó en manos del contraespionaje ruso, aunque por suerte para los estadounidenses esta prueba primitiva no era mucho más que una esfera metálica. Otra metedura de pata curiosa fue la del segundo Zenit-2 soviético (Cosmos-4, abril de 1962), un satélite ya completo y plenamente operacional que funcionó de lo más bien salvo por el ligero problema de que, debido a un fallo en el sistema de orientación,su cámara apuntaba hacia el espacio exterior en vez de hacia nuestro planeta, sin remedio posible. Superados estos primeros dolores de parto, para 1963 más o menos tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética disponían de satélites de reconocimiento óptico operativos. Esto es: satélites que hacían fotos desde sus órbitas, cuyas películas (y cámaras en el caso soviético) regresaban a la Tierra para ser recuperadas por una variedad de métodos.

Cabe reseñar que desde el principio los resultados fueron espectaculares y la resolución, asombrosa, permitiendo hacer cosas como contar el número de vehículos en un aparcamiento... en cualquier lugar del mundo. Las cámaras espaciales norteamericanas fueron generalmente desarrolladas por Eastman Kodak y las soviéticas,por la Fábrica Optomecánica de Krasnogorsk (ahora KMZ), donde también hacían las populares Zenit SLR. Los satélites Zenit, además, iban provistos con un sistema de televisión que almacenaba imágenes durante su recorrido orbital y las transmitía a tierra cuando sobrevolaba territorio ruso,pero no se veía muy bien y fue eliminado poco después.


Un problema de los satélites de reconocimiento óptico es que, por motivos obvios, deben volar tan bajo como sea practicable: la misma cámara y la misma óptica obtendrá resultados mejores cuanto más cerca del objetivo se halle. Esto los confina generalmente a las órbitas bajas (LEO), donde son fácilmente detectables y visibles incluso a ojo desnudo. Y, para el caso, interceptables por armas antisatélite (aunque no parece que haya muchas en servicio).

Otro problema, derivado del anterior, es que los satélites de reconocimiento óptico sólo ven realmente bien en una estrecha franja a sus pies, típicamente de unas decenas o algún centenar de kilómetros. Incluso usando cámaras orientables u ópticas de gran apertura, más allá de esa distancia la luz procedente de la Tierra tiene que atravesar diagonalmente grandes extensiones de nuestra turbia atmósfera, degradando e incluso arruinando los resultados. La solución evidente sería alejar el satélite a mayores altitudes, pero eso nos conduce de nuevo al problema anterior. Es posible maniobrar el satélite para alterar un poco su trayectoria, pero esto debe programarse con mucha antelación y consume rápidamente sus reservas de combustible de maniobra, adelantando el fin de su vida útil. No es –ni de lejos– tan sencillo como decir "muévemelo un pelín para allá, que quiero ver mejor eso de ahí"; típicamente habrá que esperar a otra órbita que cubra el área, horas o incluso algún día después.

Cada potencia vigila, cataloga y sigue con gran detalle los lanzamientos de sus oponentes, conociendo así cuándo hay un satélite extranjero en el cielo, y en qué circunstancias. Así, quien tiene acceso a esta información puede saber cuándo está siendo observado, cuándo no, y en el primer caso con qué limitaciones.


Un tercer problema está relacionado con la máxima resolución posible, que los incapacita de hecho para eso de leer un titular periodístico, identificar una matrícula o reconocer una cara. Un satélite de reconocimiento moderno es como un telescopio espacial del tipo del Hubble o el Spitzer, y está sujeto a sus mismas leyes ópticas. Una de ellas dice que su resolución no es infinita, sino que está sometida al criterio de Rayleigh para la resolución angular y al límite de Dewes. Debido al tamaño máximo de los cohetes espaciales actuales, sabemos que el espejo de un satélite de reconocimiento no puede tener más de tres metros de diámetro, y más probablemente se encuentre en torno a los 2,4 m del Hubble (utilizan similares transportes y lanzadores). El límite de Dewes–no lo olvidemos: una ley física básica– determina que ni el más perfecto de los telescopios puede tener una resolución mejor que Rº'' = 11,6 / Dcm. Si Dcm = 240 cm, entonces la resolución angular Rº'' teórica máxima es de 0,048 segundos de arco.

¿Y esto qué significa? Pues significa que a una altitud típica de 550 km, la máxima resolución efectiva posible es de casi 13 centímetros. Es decir, cada píxel puede tener, en el mejor de los casos, trece centímetros de lado (en la práctica, casi nunca se consiguen resoluciones tan buenas, ni siquiera inmediatamente a los pies de la astronave; una aproximación más realista en condiciones atmosféricas y de iluminación normales rondaría los 25 cm). Si tenemos en cuenta que las facciones de una cara humana caben enteras en un rectángulo de trece centímetros de lado, eso significa que toda la cara queda representada por un único píxel, y por tanto un satélite de reconocimiento no puede distinguir rasgos específicos que permitan la identificación de esa persona. Mucho menos leer el titular de un periódico o una matrícula (cuyos caracteres tienen un máximo de 7,7 cm y además están en un ángulo dificilísimo para su observación desde arriba).


Esquema óptico de los nuevos satélites de reconocimiento rusos Persona. Sí, el diseñador de las ópticas es LOMO, la misma corporación que creó en su día las cámaras usadas en lomografía, sólo que muchos años después y con técnicas un poquito más depuradas.  ;-)

Un satélite con un espejo imposiblemente grande de tres metros haciendo una pasada baja a 70 km (a esto se le llama un swoop, y sólo se haría en una emergencia extrema, pues quema la astronave) podría llegar a tener una resolución teórica máxima de centímetro y medio hasta que resultara dañado o destruido. Sin embargo, nadie va a jugarse así un satélite de dos mil millones de dólares a menos que haya una guerra a gran escala en marcha, o cosa parecida, y resulte estrictamente necesario (y las condiciones atmosféricas permitan obtener algún beneficio de tal suicidio). Manteniéndose dentro de lo razonable, un satélite hipotético con un espejo de 2,8 metros en el perigeo mínimo de una órbita Molniya (aproximadamente 150 km) tendría una resolución teórica máxima de unos 3 cm, con lo que en condiciones ideales y utilizando un software muy sofisticado puede que llegara a distinguir una cara que mirara directamente hacia arriba justo a sus pies, pero no en ninguna otra circunstancia, ni tampoco las matrículas o titulares en cuestión.


En el mundo real, las mejores resoluciones que se obtienen en ángulos idóneos, altitudes mínimas y con una meteorología perfecta oscilan entre los 5 cm (una cabeza reducida a cuatro píxeles) y los 15 cm, y más normalmente entre 10 y 40, no tan lejos de los 50 cm que caracterizan a los satélites comerciales. Los modernos satélites norteamericanos (Improved Crystal) y rusos (Kobalt-M y el nuevo Persona) son máquinas tremendamente poderosas y sofisticadas, pero sin duda no pueden violar las leyes de la óptica.

Un último problema de los satélites de reconocimiento óptico es que los tejados de los edificios o las cubiertas de los barcos les representan barreras invencibles, y en general cualquier cosa que esté bajo tierra o simplemente tapada. A menos que quede algún ángulo libre por donde el satélite pueda mirar o haya una fuente de calor delatando la naturaleza del contenido en el infrarrojo, una casamata de pastores o una cueva puede inutilizar miles de millones en tecnología espacial.

Finalmente, añadir que la nubosidad, la niebla, la contaminación, la calina y la noche degradan significativamente las prestaciones de los satélites de reconocimiento óptico, reduciéndolos a la observación en bandas infrarrojas, no tan precisa (sin embargo, los objetivos calientes –del tipo de motores, industrias, incendios o cosas así– pueden llegar a observarse mejor en plena noche, especialmente cuando hace frío; no existe constancia de que se haya podido detectar realmente un cuerpo humano por esta vía a menos que ya se hubiera delatado de otras maneras).


Merece la pena mencionar entre los actuales, además de los Improved Crystal y Persona, el Helios-2 (Francia, en un programa donde también participa España desde 1995), los Offeq-5 y 7 (Israel), el TES (India) y el SJ-8 (China). Es también interesante reseñar que un multimillonario concepto global para reemplazar los satélites de reconocimiento óptico estadounidenses, la Future Imagery Architecture, fue cancelado en fechas relativamente recientes por su coste excesivo y graves problemas conceptuales.

Reconocimiento electrónico o de señales

Recuerdo con cariño a una persona que, mientras conversábamos sobre un tema que le parecía delicado en el jardín de su casa (realmente no lo era), de pronto calló y me hizo callar señalando discretamente a los cielos. Al parecer, este ser humano estaba convencido de que hay satélites capaces de escuchar las conversaciones, ignorando que la propagación del sonido termina (claro) con la atmósfera terrestre y es de hecho imperceptible a pocos cientos de metros, quizá en una mala lectura de lo que pueden hacer los satélites de reconocimiento electrónico.


El primer satélite de inteligencia de señales fue probablemente el GRAB-1 norteamericano de 1960, bajo la tapadera de una misión científica para detectar la radiación galáctica. En 1963 los Zenit soviéticos de reconocimiento óptico, más grandes que sus contrapartes estadounidenser, incorporaban ya también sensores de radiofrecuencia. Estos satélites primitivos no eran capaces de mucho más que captar emisiones de radio omnidireccional muy potentes. Algún escéptico llegó a apuntar por la época: "para oír Radio Moscú, la sintonizo en mi casa y nos ahorramos toda esta pasta."

Sin embargo, este escéptico no resultó muy visionario. Pocos años después, conforme los instrumentos se iban tornando más sofisticados, tanto los EEUU como la URSS estaban obteniendo inmensas cantidades de información por el procedimiento de escuchar las transmisiones de radio y radiotelefonía desde sus satélites, a lo largo y lo ancho del mundo. Al mismo tiempo, ambos dedicaron grandes recursos a la protección y cifrado de sus propias comunicaciones, conscientes de que ahora su archienemigo podía estar escuchándoles en cualquier momento, desde los cielos.

Y es que a fin de cuentas una emisora hace eso: emitir, de la mejor manera posible. A diferencia de los satélites de reconocimiento óptico o electro-óptico, obligados con frecuencia a espiar sombras que no quieren ser espiadas, los satélites de inteligencia electrónica no hacen más que escuchar a alguien que ha decidido emitirse a sí mismo. La cuestión, claro, es que una sociedad moderna –y un ejército moderno– es impensable sin una infinidad de transmisiones constantes: radio, radar, telefonía, televisión, enlaces de datos, mil cosas.

Como los satélites de inteligencia electrónica escuchan cosas que desean ser escuchadas (si no, ¿para qué emiten?) no se enfrentan a muchos de los problemas característicos del reconocimiento óptico. Por ejemplo, pueden operar desde órbitas muy altas e incluso geoestacionarias, cubriendo un hemisferio entero, pues gran parte de las transmisiones se reciben con facilidad desde allí. Las condiciones atmosféricas les molestan poco, las ondas hertzianas atraviesan de forma natural muchas paredes y otros objetos sólidos, el día y la noche y la ventisca y el huracán les resultan irrelevantes. Su principal problema son las condiciones solares y disponer de suficientes canales para captar toda esa información. De ahí se retransmite vía otros satélites a los grandes centros de análisis de datos (como el conglomerado en torno a ECHELON en los países angloparlantes o los servicios analíticos del GRU y el FSB) para unirlo con lo obtenido por otras fuentes y procesarlo.

Realmente, para alguien que no desee ser detectado y escuchado, la inteligencia de señales es el mayor problema en la actualidad. Es relativamente fácil de evitar, por el sencillo procedimiento de desconectarse, pero tal cosa es poco practicable y muy problemática para cualquiera que desee permanecer en el mundo moderno. Para un estado, una empresa o una fuerza militar, resulta imposible, y en este caso es preciso recurrir a comunicaciones terrestres mediante fibra óptica o similar, con costosos mecanismos de protección a lo largo de todo su recorrido; o a medios criptográficos inciertos, de los que nunca se puede saber su verdadero nivel securitario.

Los satélites de reconocimiento electrónico más modernos que se conocen son los MENTOR (EEUU), Tselina-2 y Liana (Rusia), a quienes cabe añadir desde 2004 los SJ-6 chinos.

Reconocimiento oceánico y radárico

A quienes conciben estas cosas no se les pasó por alto la posibilidad de instalar radares en sus satélites para vigilar mejor la Tierra. Un radar de apertura sintética instalado en el espacio permite ver a través de las nubes y otros fenómenos atmosféricos que arruinarían las imágenes de un satélite óptico, tiene una capacidad (limitada) de barrer a través de objetos no metálicos, y sobre todo es capaz de detectar muy bien las zonas de transición entre distintos elementos; específicamente, entre el metal y otros elementos. En la parte negativa, su resolución no resulta excepcional y sus transmisiones –necesariamente muy potentes, hasta el punto de necesitar fuentes de energía nucleares– son fáciles de detectar.


Fue la URSS y después Rusia quien apostó definitivamente por esta tecnología, con las series Almaz (reconocimiento terrestre) y los famosos RORSAT (US-A) de vigilancia marítima y oceánica, con el propósito de mantener permanentemente controladas las flotas militares y los buques mercantes de Occidente. En 1998, tras décadas de completo predominio ruso en este campo, Estados Unidos terminó incorporándose también con sus Lacrosse.

Defensa nuclear

Otros satélites que se pueden calificar como espías son los destinados a la detección temprana de lanzamientos de misiles atómicos o el descubrimiento de explosiones nucleares. Estas son astronaves enormemente especializadas para esta función, que existen y operan bajo el máximo secreto; pero no sirven para muchas cosas más. Se trata, en esencia, de sensores térmicos, neutrónicos y de rayos X grandes, ultrasensibles y sofisticados situados en órbita para detectar lo antes posible la pluma de calor emitida por el cohete propulsor de estos misiles o una explosión nuclear en cualquier punto de la Tierra.

Para esta función, los Estados Unidos operan los DSP y SBIRS; Rusia, la serie OKO.

Las principales limitaciones: dinero, operatoria, análisis.

Pero las mayores limitaciones de todos estos satélites de reconocimiento no son tanto científicas o tecnológicas como de índole práctica. En primer lugar, está el problema del dinero. Algunas de estas astronaves son piezas únicas, en el mismísimo borde de lo que sabe hacer el ser humano. Tanta sofisticación resulta francamente cara: dos de ellos pueden perfectamente costar tanto como un portaaviones atómico de cien mil toneladas. Por ello, se construyen y lanzan con prudencia (y sigue siendo hasta cierto punto frecuente que se pierda alguno debido a fallos o accidentes en el lanzamiento, con pérdidas multimillonarias; mandar cosas al espacio aún no es como pillar el avión). El número de satélites operativos en cada momento determinado rara vez asegura completa cobertura; en el caso de los ópticos, harían falta centenares de unidades para mantener cobertura permanente, lo que resulta simplemente imposible en términos económicos y materiales.

Estas limitaciones tecnológicas conducen, a su vez, a limitaciones en la operatoria; sobre todo en lo que se refiere a los ópticos y radáricos. Como ya se ha dicho, éstos sólo ven bien en franjas muy estrechas, a poder ser justo debajo de ellos, y es posible que pasen días enteros (hasta tres) antes de que el satélite vuelva a pasar por el mismo lugar. Maniobrarlos fuera de previsiones consume rápidamente un combustible muy escaso en el espacio, acortando radicalmente su vida útil. Los únicos que gozan de cierta libertad en este sentido son los de espionaje electrónico, gracias a que pueden operar desde grandes distancias. Pero, a su vez, éstos quedan limitados por su número de canales simultáneos disponibles.

En último término, el problema más retorcido del reconocimiento estratégico es el análisis y la interpretación de los datos. Por una parte, siempre cabe la posibilidad del engaño (igual que hay gente experta en hacer satélites de reconocimiento, hay gente igualmente experta en tomarles el pelo a ellos y a sus operadores). Por otra, una potencia con recursos sabe siempre cuándo hay satélites extranjeros en su cielo y dónde, y tratará siempre de que las cosas más interesantes ocurran cuando no haya ninguno o estén en mala posición para observar. Pero, sobre todo, el problema es que estos medios proporcionan inmensos volúmenes de información que hay que seleccionar, clasificar, descifrar, analizar e interpretar, actividades todas ellas frecuentemente subjetivas y proclives a la tardanza o el error.

Salvo que el tema sea de la máxima importancia y se le asignen todos los recursos disponibles, muchos datos esenciales pueden permanecer días o semanas sin descubrir... o pasar desapercibidos para siempre. Los grandes sistemas informáticos han facilitado mucho esta complicada tarea, pero aún dista mucho de ser perfecta y sigue necesitando el toque mágico de los expertos humanos con muchos años de experiencia a sus espaldas. Entre otros motivos, porque las máquinas continúan siendo fáciles de engañar en muchos aspectos.


Las tomaduras de pelo elaboradas son una constante en la historia del espionaje y la inteligencia, hasta el punto de conformar toda una rama del arte militar que se suele conocer por el término ruso maskirovka, en honor a los grandes genios en el tema que este país ha producido. Por poner un ejemplo muy sencillo: resulta difícil ocultar una fábrica a los ojos de un satélite, pero es mucho más fácil engañar sobre su producción con falsas entradas y salidas de camiones que aparenten traer y llevar materias primas o productos que en realidad no se usan allí. La presencia de submarinos en un determinado puerto puede alterarse por el sencillo método de mantener sumergidos algunos de ellos. Y así con todo, rizando el rizo hasta extremos diabólicos. Los ordenadores no sirven: se necesita una mente igualmente brillante al otro extremo para descubrir estas argucias... si es que se descubren. No hay tantas mentes brillantes disponibles al mismo tiempo.

En general, aquellas cosas que se destaquen significativamente del ruido de fondo serán detectadas con rapidez. La pluma térmica de un misil, por ejemplo, encenderá todas las luces rojas. Y también una voz cuyo perfil sonoro esté registrado en las computadoras, hablando por radio o telefonía. En cambio, una división entera de tanques puede permanecer absurdamente oculta usando buenas técnicas de camuflaje. Y un simple SMS enviado desde una cabina con lenguaje común pasará desapercibido con facilidad en el inmenso ruido de fondo de las telecomunicaciones contemporáneas. Un vehículo solitario en una llanura helada será localizado con facilidad. El mismo vehículo circulando por una carretera durante la operación salida se convierte fácilmente en una pesadilla para los analistas.


Los satélites espías son herramientas poderosas e inquietantes, pero distan mucho de ser el ojo de Dios que algunos suponen. No lo ven todo, en todo momento y lugar, bajo cualquier condición. Son sensibles a las circunstancias, el tiempo, el espacio. Cuando se conocen los principios que los alientan a ellos y a los hombres y las máquinas que hay detrás, resultan hasta cierto punto sencillos de suprimir y sobre todo burlar. Por su extrema utilidad ningún país renunciará a ellos, pero ese mismo país cometería suicidio si les confiara su seguridad en exclusiva. No dejan de ser máquinas sometidas a las leyes de la ciencia y los sustratos de su tecnología, como cualquier otra: leyes conocidas, tecnologías humanas y por tanto imaginables por otro humano. No lo ven todo durante todo el tiempo; se parecen más a un microscopio que se enfoca sobre algo de interés cuando tal cosa es posible.

Y, para los más paranoicos, mi pregunta favorita: teniendo en cuenta lo brutalmente caro que sale todo esto, ¿qué te hace suponer que vales tanto dinero?  ;-)

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viernes, 11 de diciembre de 2009

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

El experimento ALICE del LHC contado para peques (tebeo) -en castellano-


Haz clic sobre la imagen para descargártelo en PDF con calidad de impresión:

Puedes leerlo en pantalla haciendo clic sobre las siguientes imágenes:

 
 
 
 

El nivel es para unos 10-13 años, pero yo creo que hasta un adulto puede entenderlo. ;-)

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LHC reloaded: el detector ALICE comienza a suministrar datos científicos

NOTICIA

Anoche a las 21:40 CET, el experimento ATLAS detectó eventos a 2,36 TeV (1,18 TeV por haz). Esto está por encima del doble de cualquier potencia obtenida anteriormente en ningún acelerador.



Más significativamente, durante la madrugada de hoy el experimento ALICE –una colaboración con más de 1.000 físicos e ingenieros de 30 países, uno de cuyos objetivos es estudiar la naturaleza del universo primitivo durante sus primeros instantes de existencia– ha comenzado a suministrar datos científicos en rangos de energía en torno a 900 GeV. Un conjunto de 236 colisiones a estos niveles energéticos mínimos ha permitido determinar que el LHC proporciona resultados coherentes con los obtenidos en colisionadores anteriores en sus rangos de energía máximos. El artículo que lo explica ya ha sido aceptado para su publicación en el European Journal of Physics. Los datos en bruto están disponibles para la comunidad científica internacional a través de los gateways habituales.


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domingo, 6 de diciembre de 2009

El mayor chalado apocalíptico entre los chalados apocalípticos del LHC

Y ya tiene mérito


Hace algún tiempo que no tenemos noticias de los apocalípticos del LHC. En apariencia, el año en que el gran acelerador permaneció averiado y la subsiguiente puesta en marcha rápida que estamos viviendo actualmente les ha dejado de algún modo descolocados. O quizá algunos tengan conciencia, después de todo, y la muerte a consecuencia de sus chaladuras de la pobre e ignorante Chayya, con 16 años, les hiciera reflexionar.

En particular, no se sabe gran cosa del botánico metido a físico teórico Walter L. Wagner, el que trató de parar el arranque anterior del LHC mediante una demanda ante los tribunales del Estado de Hawaii donde reside... olvidando –o no: los hay muy despabilados a la hora de hacerse publicidad– que los tribunales del Estado de Hawaii tienen más que dudosa jurisdicción sobre una máquina situada en el corazón de Europa. Wagner, que ya tuvo algunos problemillas con la ley por andar acosando a una chavala cuando era estudiante, al parecer ahora tiene más de uno y más de dos asuntos pendientes tanto en el orden civil como en el penal con un temita de venta fraudulenta de acciones y robo de identidad (aquí, su respuesta a la más reciente decisión judicial, por la que debe pagar más de 2,6 millones de dólares en daños y perjuicios a World Botanical Gardens, Inc). Liado pues con tales mundanidades, es probable que no le quede mucho tiempo para ocuparse de las cosas que existen entre los pliegues de la realidad.

En cuanto a su fiel escudero español Luis Sancho, caído así el caballero de la triste figura Wagner, apenas se le oye de vez en cuando por ahí. Su desternillante página web, donde por supuesto nos presenta su propia Teoría del Todo –no falla: todos los chalados tienen una Teoría del Todo–, los Superorganismos Fractales, lleva algún tiempo sin actualizaciones.


Pero en este mundo, precisamente, si hay algo de lo que nunca falta, son chalados. Chris Stephens, del magnífico Portal LHC, nos propone un nuevo candidato a mayor chalado entre los apocalípticos del colisionador, mucho mejor posicionado que los anteriores finalistas de ConCERNed. Que ya es decir. En esta ocasión el payo viene de Rusia, país notable a lo largo de la historia por sus científicos, visionarios y genios pero también por sus lunáticos. Su nombre es Iván Gorelik, ciudadano ruso residente en Ucrania, aunque él prefiere que le llamen Dr. Energía Oscura. Según su propio currículum, es un especialista en mecanización agrícola cualificado como profesor de física mediante un curso por correspondencia en la Universidad Estatal de Moscú. Aparentemente, el pobre anda en paro –la crisis no perdona ni a los salvadores del mundo– y aprovecha el tiempo para seguir elaborando su propia Teoría del Todo: la Genética Espacial (¡no falla! ¡no falla!). Actualmente, su página web está llena de llamamientos urgentes para detener el LHC. Entre ellos, cabe destacar la siguiente perla:
El bosón de Higgs ha recibido un nuevo nombre, la partícula de Dios. Sabemos que la mayor parte de las partículas tienen sus antipartículas correspondientes. Así que, si hay una partícula de Dios, entonces hay [también] una partícula del Diablo.


Dos partículas en colisión pueden dar lugar a dos partículas más masivas: la partícula y su antipartícula, por ejemplo, un electrón y un positrón. Al añadir la energía de colisión, podemos obtener la partícula de Dios y su antipartícula, la trampa magnética del Diablo [esto enlaza con el resto de sus argumentos científicos]. Las partículas y las antipartículas tienen propiedades diamétricamente opuestas. De hecho, el bosón de Higgs hace que la materia ordinaria tenga masa. Pero el agujero magnético captura su sustancia para transformar su masa-energía en reposo en otra forma de materia: la trampa del campo magnético del Diablo. Y ahora dime: ¿tenemos derecho a tocar la partícula de Dios?
En el universo muy paralelo del Dr. Energía Oscura, los estudios de seguridad del LHC (realizados por las mayores autoridades en física existentes hoy por hoy) han sido manipulados criminalmente por el CERN para ignorar su gran mensaje al mundo:
Dependiendo de la velocidad de captura de la materia ordinaria por la trampa magnética, el proceso puede producirse rápida o lentamente. Si sucede deprisa, desapareceremos sin entender nada. Si dura meses o años, todos probaremos la comida del infierno [expresión rusa: las vamos a pasar muy putas (N. del T.)]. Doloroso y monótono incremento de la presión atmosférica, temperaturas en aumento, terremotos, dolor en los oídos y por todo el cuerpo, hambruna, locura, canibalismo... los vivos envidiarán a los muertos. Y sólo en unos pocos años (décadas) nuestro sistema solar se convertirá en un sistema de anillos, igual que quedaron anillos tras la explosión de la estrella, lo que comenzamos a observar desde finales de febrero de 1987 [?]. Si el experimento LHC no se prohíbe, la probabilidad de catástrofe global según mi punto de vista está en las decenas por ciento. [...] Si el colapso magnético empieza, no se podrá detener. Terminará con la eyección de la corteza terrestre al espacio exterior.

Por supuesto, como siempre que la verdad científica presenta el defecto de no coincidir con las manías y chaladuras de cada cual, D. Iván no se priva de denunciar la conspiración de los científicos para sacarle el dinero del bolsillo al contribuyente honrado mediante subvenciones indignas, presos de insensato orgullo y estúpidos formalismos como la revisión por pares (lo único que garantiza, y ni siquiera siempre, un mínimo de credibilidad en un mundo de locos, listillos y agencias propagandísticas barriendo para casa):
Los físicos del CERN niegan tal posibilidad por completo, o la consideran muy inferior, por debajo de una millonésima. Si contaran la verdad, toda la rama de Física de Alta Energía sería prohibida de inmediato. Y eso significaría perder trabajos muy bien pagados.

[...]

Sin embargo, los científicos profesionales difícilmente me tomarán en serio. Los profesionales, por norma, se limitan a odiar y reírse de los científicos aficionados e investigadores independientes. A mí, un maestro de escuela de la categoría más baja, no se me puede permitir que publique un artículo en una revista científica.

Al parecer, el Dr Energía Oscura se ha dirigido al Presidente Dmitri Medvédev y a la Fiscalía Federal Rusa (esto viene a ser como nuestra Fiscalía General del Estado) con el objeto de que detengan el arranque del colisionador, por falta de fondos, según sus propias palabras, para presentar una demanda ante los tribunales de Moscú. Éstos, por todo lo que yo sé, tienen la misma jurisdicción sobre el LHC que los hawaianos. Tristemente, la única respuesta que obtuvo fue una del Secretariado de la Presidencia Federal indicándole que pasaban su carta a la Academia de Ciencias de Rusia, uno de los malos malísimos en esta historia según D. Iván. Por lo que se ve, aún está esperando respuesta, o quizá visita del SVR (antes llamado KGB). Y lo que te rondaré, morena. Será cosa de la lentitud burocrática. O algo. Quizá debería haberse dirigido a Vladimir Putin, a quien ya se le conoce otro carácter.

Como parece que la altiva y subvencionada Academia de Ciencias de Rusia no está por la labor de hacerle mucho caso, al igual que todos los conspiranoicos, el Dr. Energía Oscura apela a la sabiduría científica popular –es decir: ninguna– con el propósito de formar una Muralla Humana contra el LHC. A fecha 29 de noviembre había logrado reclutar a una decena de personas para bloquear los accesos a la sede central de la Academia de Ciencias y la Universidad Estatal de Moscú. Espero sinceramente que los OMON no se sobren mucho. A fin de cuentas, si algo genuino inspira toda esta gente, es pena. Al menos, hasta que se convierten en acosadores. Según el propio D. Iván, el 30 de noviembre dirigió la siguiente nota a la dirección del CERN, y no es la primera que envía a la institución o a su director general Rolf Heuer:

30 de noviembre. El CERN ha incrementado la energía de sus haces a 1,18 TeV.

La colisión de protones con energías en torno a 1 TeV puede conducir al colapso MAGNÉTICO y la explosión de la Tierra con una probabilidad alrededor del 30%. Por tanto, ustedes pueden matarme a mí y a mi familia.


Por favor, recomiéndenme sobre lo que puedo hacer para detenerles:


1) ¿Matar a algunos ciudadanos de sus países?
2) ¿Matarme a mí mismo enfrente de su Embajada?
3) ???

Ivan Gorelik. darkenergy@yandex.ru
http://darkenergy.narod.ru/
+7 (8)965 372 ????

Hacia el final, el Dr. Energía Oscura va poniéndose, hum, digamos, poético:
He aquí mis delirios de loco: ¡abrocháos los cinturones! Estamos a punto de volar en cometas helados a otros sistemas planetarios para acelerar la panspermia. ¿Qué es mejor: arrojar una bomba atómica sobre los cuarteles generales del CERN y el LHC, o permitir que el CERN haga estallar la Tierra y nos envíe a todos al cosmos como semillas de nuevas civilizaciones? Mi carta a Osama bin Laden: "¡Querido terrorista! Dame un avión con un par de bombas atómicas. Lanzaré la primera sobre el LHC y la segunda sobre la sede central del CERN. De lo contrario, todos moriremos, porque los terroristas globales del CERN quieren crear la trampa magnética del diablo."
 Estas chaladuras conspiranoicas comienzan a convertirse en una tragedia esperando a suceder. Alguien debería tomar cartas al respecto. No sé quién, ni cómo exactamente: se supone que todo esto, como el resto de las conspiranoias, son ejercicios de libertad de expresión. Pero sí alguien, y de alguna manera. Antes de que alguna otra persona inocente resulte herida o muerta. Desde luego, no son los científicos quienen deben perder su tiempo y gastar esos valiosos presupuestos subvencionados en rebatir la última chaladura que a cualquier investigador de sofá se le pase por la cabeza.

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jueves, 3 de diciembre de 2009

Diego Pastrana y los hijos de Satanás

Aliviando mala leche en torno a los juicios mediáticos y los linchamientos populares

hijo de puta
1. m. y f. vulg. Mala persona. U. c. insulto.
–Diccionario de la Real Academia Española


La historia es bien conocida por todo el mundo a estas alturas. Diego Pastrana fue falsamente acusado en Canarias de la violación, tortura y asesinato de su hijastra de tres años Aitana Rubio. A no ser por un informe forense in extremis, ahora mismo Diego estaría sumergido en idéntica pesadilla kafkiana que Rafael Ricardi (quien, aunque ya en libertad, sigue viviendo en la indigencia a consecuencia de sus ¡13 años! en prisión), como le ocurrió a Roberto E. J. o Dolores Vázquez (indemnización por su calvario: 120.000 euros de mierda con siete años de retraso). Por no mencionar otros muchos que no salen en la prensa o ni siquiera a la luz y se comen el marrón a pulso. Y menos mal que en España no hay pena de muerte, porque en ese caso podría haberse visto en el delirio infernal del ejecutado Cameron Todd Willingham, ya tratado en este blog.

Si fue simplemente un error de médicos sobrecargados de trabajo, policías poco escrupulosos y jueces inconscientes, me conformaré con que paguen por el mismo lo que los tribunales decidan. Por el contrario, si hubo un intento de encubrir a los que trataron unos días atrás a la pequeña Aitana y la mandaron a casa sin más, por puro corporativismo, entonces, malos profesionales, no merecéis llamaros ni médicos ni científicos, hijos de Satanás.

Y ahora, permitidme que me desahogue con el resto de la recua de descendientes del maligno; es que las chicas de la vida me inspiran demasiado respeto como para rebajarlas a concebir semejantes miserables. Los verdaderos hijos de puta suelen ser buena gente, y quienes voy a mencionar a continuación, no.

Hijo de Satanás el chivato que dio el soplo a los medios de comunicación. Chota asqueroso (o asquerosa), así te veas en la cárcel aunque sólo sea un ratito y en un descuido tengas la mala idea de cometer el mismo desliz allí dentro y lo pagues. Por perra, confite y membrillo. Y me da igual si eres uno solo, una sola o un departamento de relaciones con los medios al completo.

Hijos de Satanás con pintas las ratas juntapalabras que tienen la osadía de llamarse periodistas, especializadas en azuzar a la chusma ignorante y vil (Víctor Hugo dixit) con autos de fe mediáticos. Porque una cosa es informar de un hecho confirmado, otra distinta informar de un rumor diciendo que lo es, y otra muy distinta regodearse en la carnaza para incitar al linchamiento y la destrucción de los presuntos desde sus panfletos y púlpitos, con la más que obvia –y rastrera– intención de luego indignarse si la justicia no está a la altura con condenas brutales. No, no valen excusitas, bichejos repugnantes. Que se os ve el plumero de lejos. Haberlo pensado antes.

Hija de Satanás, y encima gallina y cagona por no llegar siquiera a la triste dignidad del cobarde, la turba asustadiza y sedienta de sangre que espera a estos casos con la gota de hiel colgando del colmillo para verter todas las frustraciones de sus patéticas existencias contra los espantajos deshumanizados que les ofrecen al sacrificio los antedichos hijos de Satanás con pintas. Pedid un crédito, compraos una vida y dejad de joder con vuestros escándalos de biempensantes, gente de mal. A ver si os lo metéis de una puta vez en el saco de detrito que os ocupa el espacio del cerebro, bárbaros: vivís en un estado de derecho, un país civilizado con presunción de inocencia, mal que os pese. Y caiga la sangre de los inocentes sobre vuestras cabezas.

Hijos de Satanás, sin más, los políticos y maestres de hijos de Satanás con pintas que aún tratan de sacar la cara sobre una injusticia como esta. Reparad el daño causado y callad, perros.

Ah, sí, se me olvidaba. No quiero dejar pasar la ocasión sin acordarme de quienes explotan semejante desgracia para arrimar el ascua a su sardina política, por ejemplo cargando contra las leyes que tratan de combatir la violencia doméstica. Y no es que esté de acuerdo en absoluto con la presunción de culpabilidad que alguna de ellas apunta, pero una cosa es una cosa y otra, otra, demagogos, ventajistas, tahúres. Apuntáos esta última asimismo quienes, desde el extremo opuesto, ya estábais convocando manifestaciones contra la violencia machista sin esperar ni siquiera a una sentencia en condiciones. A unos y otras, otras y unos, todos juntitos en feliz reunión y citando a la gitana vieja de Sacromonte, mal arraclán se su'atraviese en el gasnate estando a siete sueño, malange'.

Y en cuanto a la judicatura, mejor me muerdo el teclado, que me busco un lío. Pero ya os lo podéis imaginar. Precisamente por su alta responsabilidad, no hay cosa más indigna y perniciosa en una sociedad que un juez incapaz de asumir las consecuencias humanas de sus actos. Para estas ocasiones, el diccionario tiene un término precioso, con resonancias latinas, que enlazaré dado que mucha gente de postín parece olvidar su significado: dimisión.

Qué demonio, hoy me siento generoso: excepto Diego Pastrana, hombre inocente, hijos de Satanás todos nosotros. Unos por hacer, los otros por cooperar y los más, por permitir. Sí, ya sé que este no es ni mi tono ni el del blog, y puede que ni siquiera sea totalmente justo. Pero uno también tiene derecho a indignarse y cabrearse de vez en cuando, ¿no? Hay mucha gente que se indigna cuando un culpable queda libre, y de veras que es malo. Sin embargo, lo verdaderamente terrorífico es cuando un inocente resulta falsamente acusado y ya no digamos condenado por la (in)justicia o linchado por los medios; con esto debemos ser especialmente escrupulosos, exquisitos y exigentes, pues justo en tanto que inocentes, esta semana le ha tocado a Diego pero mañana podemos ser tú o yo, tu padre o mi amiga o el hijo de aquél quienes resulten con la vida arruinada para muchos años o para siempre sin comerlo ni beberlo, en una infame partida de ruleta rusa. Así que eso. He dicho.

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