La pizarra de Yuri: Diego Pastrana y los hijos de Satanás

jueves, 3 de diciembre de 2009

Diego Pastrana y los hijos de Satanás

Aliviando mala leche en torno a los juicios mediáticos y los linchamientos populares

hijo de puta
1. m. y f. vulg. Mala persona. U. c. insulto.
–Diccionario de la Real Academia Española


La historia es bien conocida por todo el mundo a estas alturas. Diego Pastrana fue falsamente acusado en Canarias de la violación, tortura y asesinato de su hijastra de tres años Aitana Rubio. A no ser por un informe forense in extremis, ahora mismo Diego estaría sumergido en idéntica pesadilla kafkiana que Rafael Ricardi (quien, aunque ya en libertad, sigue viviendo en la indigencia a consecuencia de sus ¡13 años! en prisión), como le ocurrió a Roberto E. J. o Dolores Vázquez (indemnización por su calvario: 120.000 euros de mierda con siete años de retraso). Por no mencionar otros muchos que no salen en la prensa o ni siquiera a la luz y se comen el marrón a pulso. Y menos mal que en España no hay pena de muerte, porque en ese caso podría haberse visto en el delirio infernal del ejecutado Cameron Todd Willingham, ya tratado en este blog.

Si fue simplemente un error de médicos sobrecargados de trabajo, policías poco escrupulosos y jueces inconscientes, me conformaré con que paguen por el mismo lo que los tribunales decidan. Por el contrario, si hubo un intento de encubrir a los que trataron unos días atrás a la pequeña Aitana y la mandaron a casa sin más, por puro corporativismo, entonces, malos profesionales, no merecéis llamaros ni médicos ni científicos, hijos de Satanás.

Y ahora, permitidme que me desahogue con el resto de la recua de descendientes del maligno; es que las chicas de la vida me inspiran demasiado respeto como para rebajarlas a concebir semejantes miserables. Los verdaderos hijos de puta suelen ser buena gente, y quienes voy a mencionar a continuación, no.

Hijo de Satanás el chivato que dio el soplo a los medios de comunicación. Chota asqueroso (o asquerosa), así te veas en la cárcel aunque sólo sea un ratito y en un descuido tengas la mala idea de cometer el mismo desliz allí dentro y lo pagues. Por perra, confite y membrillo. Y me da igual si eres uno solo, una sola o un departamento de relaciones con los medios al completo.

Hijos de Satanás con pintas las ratas juntapalabras que tienen la osadía de llamarse periodistas, especializadas en azuzar a la chusma ignorante y vil (Víctor Hugo dixit) con autos de fe mediáticos. Porque una cosa es informar de un hecho confirmado, otra distinta informar de un rumor diciendo que lo es, y otra muy distinta regodearse en la carnaza para incitar al linchamiento y la destrucción de los presuntos desde sus panfletos y púlpitos, con la más que obvia –y rastrera– intención de luego indignarse si la justicia no está a la altura con condenas brutales. No, no valen excusitas, bichejos repugnantes. Que se os ve el plumero de lejos. Haberlo pensado antes.

Hija de Satanás, y encima gallina y cagona por no llegar siquiera a la triste dignidad del cobarde, la turba asustadiza y sedienta de sangre que espera a estos casos con la gota de hiel colgando del colmillo para verter todas las frustraciones de sus patéticas existencias contra los espantajos deshumanizados que les ofrecen al sacrificio los antedichos hijos de Satanás con pintas. Pedid un crédito, compraos una vida y dejad de joder con vuestros escándalos de biempensantes, gente de mal. A ver si os lo metéis de una puta vez en el saco de detrito que os ocupa el espacio del cerebro, bárbaros: vivís en un estado de derecho, un país civilizado con presunción de inocencia, mal que os pese. Y caiga la sangre de los inocentes sobre vuestras cabezas.

Hijos de Satanás, sin más, los políticos y maestres de hijos de Satanás con pintas que aún tratan de sacar la cara sobre una injusticia como esta. Reparad el daño causado y callad, perros.

Ah, sí, se me olvidaba. No quiero dejar pasar la ocasión sin acordarme de quienes explotan semejante desgracia para arrimar el ascua a su sardina política, por ejemplo cargando contra las leyes que tratan de combatir la violencia doméstica. Y no es que esté de acuerdo en absoluto con la presunción de culpabilidad que alguna de ellas apunta, pero una cosa es una cosa y otra, otra, demagogos, ventajistas, tahúres. Apuntáos esta última asimismo quienes, desde el extremo opuesto, ya estábais convocando manifestaciones contra la violencia machista sin esperar ni siquiera a una sentencia en condiciones. A unos y otras, otras y unos, todos juntitos en feliz reunión y citando a la gitana vieja de Sacromonte, mal arraclán se su'atraviese en el gasnate estando a siete sueño, malange'.

Y en cuanto a la judicatura, mejor me muerdo el teclado, que me busco un lío. Pero ya os lo podéis imaginar. Precisamente por su alta responsabilidad, no hay cosa más indigna y perniciosa en una sociedad que un juez incapaz de asumir las consecuencias humanas de sus actos. Para estas ocasiones, el diccionario tiene un término precioso, con resonancias latinas, que enlazaré dado que mucha gente de postín parece olvidar su significado: dimisión.

Qué demonio, hoy me siento generoso: excepto Diego Pastrana, hombre inocente, hijos de Satanás todos nosotros. Unos por hacer, los otros por cooperar y los más, por permitir. Sí, ya sé que este no es ni mi tono ni el del blog, y puede que ni siquiera sea totalmente justo. Pero uno también tiene derecho a indignarse y cabrearse de vez en cuando, ¿no? Hay mucha gente que se indigna cuando un culpable queda libre, y de veras que es malo. Sin embargo, lo verdaderamente terrorífico es cuando un inocente resulta falsamente acusado y ya no digamos condenado por la (in)justicia o linchado por los medios; con esto debemos ser especialmente escrupulosos, exquisitos y exigentes, pues justo en tanto que inocentes, esta semana le ha tocado a Diego pero mañana podemos ser tú o yo, tu padre o mi amiga o el hijo de aquél quienes resulten con la vida arruinada para muchos años o para siempre sin comerlo ni beberlo, en una infame partida de ruleta rusa. Así que eso. He dicho.

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2 comentarios:

  1. Muy bien por explicar lo que todos nosotros, quiero creer que somos gente de bien, pensamos. Ademas nos merecemos el último parrafo hasta la última letra.
    Como siempre es un placer leerte, aunque sea sobre esto

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