La pizarra de Yuri: Grandes terremotos en la Península Ibérica

jueves, 14 de enero de 2010

Grandes terremotos en la Península Ibérica

Los peores seísmos de nuestra historia. Medidas de protección.


Seguramente ya sabrás que tanto España como Portugal y sus alrededores se encuentran en una zona de alto riesgo sísmico. Aunque formemos parte de la gran placa tectónica euroasiática, nos hallamos de hecho en la Microplaca Ibérica, con unas dinámicas diferenciadas propias. Esta microplaca, formada hace unos 600 millones de años, incluye toda la Península Ibérica y se extiende hasta las Baleares, Córcega, Cerdeña y un sector de los Alpes Occidentales.

La Microplaca Ibérica se encuentra, pues, a caballo entre la placa tectónica africana y la euroasiática, que se empujan y deslizan entre sí; durante los próximos treinta millones de años, el Mar Mediterráneo se cerrará y desaparecerá hasta unir completamente Europa con África para muchos cientos de millones más. Según algunos autores, durante este proceso nos convertiremos en una cordillera más alta y extensa que el Himalaya del presente, extendiéndose desde el Océano Atlántico hasta lo que hoy en día es Asia Central.


Evolución futura de la Tierra (NASA)

Tanto movimiento provoca, claro, que vivamos en la segunda zona más volcánica del mundo después del Cinturón de Fuego del Pacífico: el Cinturón Álpido, que se extiende desde las Azores hasta Sumatra. A ambos lados del estrecho de Gibraltar, encontramos dos complejas zonas geológicas de fallas y subducciones: la gran Región de Fractura submarina de Azores-Gibraltar, en el Atlántico (AGFZ); y los complejos volcánicos de Italia y Grecia, en el Mediterráneo, que incluyen algunos tan conocidos como el Etna, el Vesubio, el Santorini y hasta el Vulcano original, dando nombre desde hace dos mil años a todos los demás gracias al latín de los romanos. Hay mucha fiesta ahí abajo, por lo que no resulta extraño que la tierra se mueva bajo nuestros pies. Y mucho.


Esto ha causado algunos potentes terremotos en nuestros alrededores, algunos de los cuantes se cuentan entre los más mortíferos de la historia. Este fue el caso del tsunami de Messina (Italia), el Día de los Inocentes de 1908, que se cobró entre cien mil y doscientos mil muertos, precedido por el terremoto de Sicilia de 1693, con 60.000 víctimas, y los Cinco de Calabria en 1783, que sumaron 50.000. El Magreb también ha recibido lo suyo, con la destrucción de la ciudad vieja de Argel (1716), la aniquilación de Orán en 1790 (que condujo al abandono de esa posesión por España, dado que no quedaba gran cosa que poseer), el de Agadir de 1960 (15.000 muertos) o los más recientes de El Asnam, Boumerdès y Alhucemas, cada uno con su cuenta de cientos y miles de pérdidas humanas y graves efectos económicos de alcance regional que se extienden a lo largo de las décadas.

España suele evitar estas sacudidas devastadoras por hallarse en una zona ya muy machacada, que cede fácilmente en forma de pequeños sismos antes de que llegue a acumularse energía suficiente para provocar uno verdaderamente grande. Gracias a este hecho, la mitad sur de la Península Ibérica sufre muchos terremotos suaves pero pocos destructivos a gran escala. Aunque no siempre. De vez en cuando, estas fuerzas telúricas se encuentran con una resistencia mayor, que va acumulando silenciosamente cada vez más y más energía hasta romper la tierra por fin. La tierra que se encuentra debajo de nuestros pies, esa que suponemos firme, de la que sabemos tan poco.

El Gran Tsunami de Lisboa de 1755.

"Este fue el año en que la ciudad de Lisboa
vio la tierra abrirse y tragársela..."


Eran las 10:24 del 1 de noviembre de 1755 cuando una enorme acumulación de estas fuerzas tectónicas provocó un terremoto gigantesco en la Región de Fractura de Azores-Gibraltar, unos 200 km al sudoeste del Cabo San Vicente, en medio del Atlántico. Alcanzó magnitud 8.7 (9 MMS según otras fuentes), convirtiéndose así en uno de los diez más potentes de la historia. Poco después, las ondas sísimicas alcanzaron Lisboa, que por aquel entonces contaba con 200.000 habitantes. No era la primera vez que la capital portuguesa sufría un movimiento sísmico ocasionado en la AGFZ atlántica, pero jamás uno como este. El terremoto sacudió la ciudad violentamente durante unos tres a seis minutos, provocando el colapso instantáneo de los edificios y en especial de las iglesias que se hallaban llenas de gente debido a la festividad católica celebrada en esa fecha: misa matutina antes de la procesión, día de Todos los Santos.
Nunca salió una mañana tan buena como la de aquel 1 de noviembre. El sol brillaba con todo su lustre; la faz entera de los cielos estaba perfectamente serena y clara; y no había la menor señal de advertencia del suceso que se aproximaba, que hizo de esta ciudad una vez floreciente, opulenta y populosa el escenario del mayor horror y desolación [...].



En la mañana de este día fatal, entre las horas de nueve y diez [local], me hallaba sentado en mi apartamento terminando una carta cuando los papeles y la mesa en la que estaba escribiendo comenzaron a temblar con un movimiento suave que me sorprendió, ya que no podía percibir el menor viento. Mientras reflexionaba a qué podía deberse esto, pero sin tener la menor comprensión de su causa real, la casa entera se puso a temblar desde sus mismos cimientos; lo que al principio imputé al traqueteo de varios coches en la calle principal, que solían pasar así a estas horas desde [el barrio de] Belém hacia el palacio. Pero al escuchar más atentamente salí pronto de mi error, pues descubrí que se debía a una clase de sonido extraño y temible bajo el suelo, parecido al rumor distante y apagado del trueno. Todo esto sucedió en menos de un minuto, y debo confesar que ahora empecé a alarmarme, conforme se me ocurría que este ruido podía ser posiblemente el inicio de un terremoto; pues otro que recordaba, sucedido seis o siete años atrás en la isla de Madeira, comenzó de la misma forma aunque hizo poco o ningún daño.


Así pues, arrojé mi pluma y me puse en pie, quedando un momento en suspense, decidiendo si debía seguir en el apartamento o correr a la calle, pues el peligro en ambos lugares parecía igual, aún engañándome a mi mismo con la suposición de que este temblor no produciría más daños que los indignos de consideración vistos en Madeira. Pero al momento fui arrancado de mi sueño, quedando instantáneamente atontado por un estrépito horroroso, como si todos los edificios de la ciudad se hubieran derrumbado a la vez. La casa en la que estaba se agitó con tal violencia que los pisos superiores colapsaron de inmediato, y aunque mi apartamento (que estaba en la planta baja) no compartió por el momento este destino, todo salió despedido fuera de su lugar de tal manera que sólo pude mantenerme en pie con mucha dificultad, esperando nada menos que ser pronto aplastado hasta la muerte, mientras las paredes continuaban sacudiéndose de un lado a otro de la manera más aterrorizadora, abriéndose en varios puntos; grandes piedras caían de las roturas por todas partes, y los extremos de las vigas se salían del techo. Para empeorar esta escena terrorífica, el cielo se tornó en un momento tan oscuro que ahora no podía distinguir ningún objeto en particular; era una oscuridad egipcia [se refiere a la novena plaga de Egipto según la Biblia] que se debía, sin duda, a las nubes prodigiosas de polvo y cal alzándose a causa de la violenta concusión y, como algunos informaron, a exhalaciones sulfurosas, aunque esto no puedo afirmarlo; en todo caso, lo cierto es que estuve ahogándome durante casi diez minutos.


Huí de la casa a las calles estrechas, donde los edificios ya se habían desplomado o estaban cayéndose continuamemnte, y escalé las ruinas de la Iglesia de San Pablo para llegar a la orilla del río, pensando que ahí encontraría alguna seguridad. Aquí hallé una reunión prodigiosa de personas de ambos sexos, y de todos los niveles y condiciones, entre los que observé a algunos de los clérigos principales de la iglesia patriarcal con sus ropajes púrpuras, pues todos iban con hábito de obispos; así como a varios curas que habían huido de los altares con sus vestimentas sacerdotales mientras celebraban misa; señoras medio vestidas, y algunas descalzas. Todos estos se habían reunido allí debido al peligro común y estaban de rodillas, rezando, con los terrores de la muerte en sus expresiones, dándose golpes de pecho y gritando incesantemente: "Miserecordia meu Dios...!"


En medio de nuestras devociones, vino el segundo gran impacto, un poco menos violento que el primero, pero suficiente para completar la destrucción de los edificios ya muy dañados. La consternación se tornó ahora tan universal que los gritos y llantos de "Miserecordia" nos llegaban perfectamente desde lo alto de la colina de Santa Catalina, a una considerable distancia, donde un gran número de personas se habían retirado; al mismo tiempo, pudimos escuchar en ese momento la caída de la iglesia parroquial que había allí, donde muchas personas perecieron en el momento y otras resultaron mortalmente heridas."

–Reverendo Charles Davy, recogido en Eva March Tappan, El relato del mundo: una historia del mundo en relatos, canciones y arte, vol. V (Italia, Francia, España y Portugal), pp. 618-628, Houghton Mifflin, Boston, 1914.
Pero el desastre sólo acababa de empezar. Pese a las súplicas al cielo de los lisboetas, algo pavoroso se avecinaba. Desde Irlanda hasta Senegal, el Atlántico había desaparecido y no tardaría en volver bajo la forma de un tsunami monstruoso. El reverendo Davy nos lo cuenta también:

De pronto, oí un griterío general: "el mar viene, estamos perdidos". Al escuchar esto giré mis ojos hacia el río, que en ese lugar tiene casi cuatro millas de ancho, y pude verlo hinchándose y agitándose de la manera más indescriptible, aunque no soplaba ningún viento. En un instante surgió, a poca distancia, una gran masa de agua, creciendo hasta convertirse en una montaña. Vino rugiendo y echando espumarajos para dirigirse hacia la costa con tal ímpetu que al instante todos corrimos por nuestras vidas tan deprisa como podíamos; muchos fueron arrastrados hacia alta mar, y el resto acabamos con el agua por la cintura a gran distancia de la orilla. Por mi parte, escapé por los pelos [...] Sin saber a dónde retirarme en busca de refugio, volví con mis ropas chorreando al área de San Pablo. Allí estuve durante unos minutos, observando cómo los barcos en el mar se inclinaban y encabritaban como si estuvieran en una gran tormenta; algunos habían roto amarras y se veían arrastrados al otro lado del Tajo [...] Varios grandes barcos zozobraron y terminaron quilla arriba.


[Un marino que lo vio desde mar adentro me informó después] que, cuando llegó el segundo golpe, pudo ver cómo la ciudad entera se agitaba hacia atrás y delante, igual que el mar cuando el viento empieza a levantarse [...]; el río se elevó veinte pies de golpe y al instante desapareció; momento en el que el muelle entero, con toda la gente que había en él, se hundió; y, al mismo tiempo, todos los buques que había cerca fueron succionados hacia la cavidad, que suponía se cerró de inmediato tras ellos, pues no se pudo hallar el menor signo de naufragio. Doy crédito a esta explicación, pues todo el mundo está de acuerdo en que los barcos han desaparecido, y en cuanto al muelle [acudí unos días después] lo hallé sumergido en aguas profundas, invisible en muchos puntos.

–Rev. C. Davy, op. cit.

Lo poco que quedaba de la ciudad fue consumido por el incendio subsiguiente. Esta clase de incendios masivos son comunes en las ciudades arrasadas, con los servicios de emergencia dislocados, y el reverendo Davy los achaca en este caso a los cirios y velones de los templos derribados (miles de focos de fuego en una festividad tan importante), los fuegos abandonados de las cocinas y la acción de los saqueadores. 

Hubo un total de tres olas causadas por el gran terremoto submarino que atravesaron el océano causando muerte, terror y devastación por todas partes. Las poblaciones costeras del Algarve sufrieron graves daños, con miles de muertos y desaparecidos, y no sólo hasta Cascais o Estoril, sino incluso en lugares como Covilhã, que se halla tierra adentro, en las estribaciones de la Sierra de la Estrella (extremo portugués del Sistema Central). Todos los puertos de las Azores resultaron destruidos.

Un tsunami de tres metros azotó Coruña, cruzó la Bahía de Vizcaya y fue a golpear con fuerza en Cornualles (Reino Unido) y Galway (Irlanda), donde derrumbó una parte de la muralla que protegía la ciudad. Por el sur, en Marruecos, pudo causar hasta diez mil muertos, aunque existe confusión en las fechas con la mortandad ocasionada por unas réplicas que se produjeron dos semanas y pico después. En Lisboa perecieron de treinta a cuarenta mil personas, y muchas más fueron heridas y mutiladas. Muchos pueblos pequeños situados en la costa desaparecieron, simplemente. Distintas estimaciones calculan que el terremoto y tsunami del día de Todos los Santos de 1755 ocasionó entre 50.000 y 100.000 muertos.


Con el 85% de sus edificios arrasados, la Lisboa antigua y su arquitectura manuelina desaparecieron, para verse sustituidas por la ciudad actual. La Biblioteca Real de 70.000 volúmenes y su colección de pintura de Tiziano, Rubens y Correggio fueron aniquiladas junto al Palacio de Ribeira que las albergaba. La Ópera, recientemente inaugurada, dejó también de existir. Los archivos reales, con datos detallados sobre las exploraciones de Vasco de Gama y otros grandes navegantes, tampoco se pudieron recuperar. La catedral antigua se había derrumbado también, aunque fue reconstruida con posterioridad, al igual que las principales basílicas y monasterios. El mayor hospital con el que contaba la capital pereció en el incendio, y cientos de enfermos se quemaron vivos en su interior.

Los efectos del desastre siguieron sintiéndose a largo plazo, durante muchos años. No sólo contribuyó a empobrecer el sur de Portugal, sino que la destrucción del puerto y los astilleros lisboetas redujeron sus aspiraciones colonialistas, contribuyendo al declive del Imperio Portugués. La gran mortandad acaecida dentro de los templos en fecha tan señalada provocó duda y confusión entre los hasta entonces muy católicos y romanos lisboetas, favoreciendo a la Ilustración y el Racionalismo tanto en el país como fuera de él. Voltaire se sintió inspirado por el suceso para escribir Cándido y Poema sobre el desastre de Lisboa, que puso en duda netamente por primera vez en el Occidente moderno la idea de que vivíamos en el mejor de los mundos bajo la protección de un dios benevolente. También influyó en un sentido muy parecido a Rousseau y Kant, tambaleando el sistema filosófico cartesiano que hasta entonces dominaba en Europa. La reconstrucción y la investigación desarrolladas por el Marqués de Pombal, primer ministro por aquel entonces, se hallan en el origen de la sismología contemporánea y la construcción contra terremotos. Sin duda, hubo un antes y un después del día de Todos los Santos de 1755.

Condado de Ribagorza, 1373.

Por supuesto, no fue este el primer terremoto en alcanzar la Península Ibérica con consecuencias devastadoras para sus habitantes, aunque sí el más grave.

El 2 de marxo de 1373, siendo Alfonso de Aragón conde de Ribagorza, un terremoto que se ha estimado actualmente en una intensidad de 6.5 sacudió esta histórica región pirenaica. El origen de este temblor estuvo situado en lo que hoy en día conocemos como falla del Macizo de Maladeta (norte), en las proximidades de la unión entre la Microplaca Ibérica y la Placa Euroasiática, que fue identificada tras el sismo de Viella de 1923. Este terremoto hizo colapsar numerosos pueblos y castillos en su área epicentral, que hoy en día se encuentra entre Huesca y Lleida.

Olot, 1427.

Menos de un siglo después, la histórica ciudad gerundense de Olot fue aniquilada por dos seísmos que se sucedieron el 15 de mayo de 1427 y el 2 de febrero de 1428; este último también destruyó Queralbs, con un saldo de 800 muertos. Olot fue reconstruida en una ubicación distinta, donde se encuentra actualmente, con el trazado de calles perpendiculares que la caracteriza. El origen de estos terremotos también se halla en la zona de contacto ibérica-euroasiática del Pirineo.

Almería, 1522.

Arrancaba la Edad Moderna cuando un terremoto en el Mar de Alborán con una intensidad actualmente estimada en 6.5 destruía la ciudad de Almería y su puerto, ocasionando mil muertos y llegando hasta Granada. Las consecuencias para la región, recientemente reconquistada al musulmán, fueron devastadoras: dado que el puerto no se reconstruyó hasta tres siglos después, la que había sido una de las taifas más importantes de Al-Andalus quedó efectivamente excluida del comercio con América y languideció lentamente durante mucho tiempo. Poco después, en 1531, Baza (Granada) corría la misma suerte, con cuatrocientos muertos.

Montesa (Valencia), 1748: la agonía de los Templarios.


Aunque no fuera un terremoto de gran importancia, este suceso en tierras valencianas tuvo unos efectos gravísimos sobre la Orden de Montesa, una de las más importantes de su época. Eran las seis y cuarto de la madrugada del 23 de marzo de 1748 cuando, después de "copiosas y fuertes lluvias", un fuerte seísmo sacudió la comarca de La Costera, afectando entre otras localidades a Xàtiva, Estubeny y Montesa. En el montículo que domina esta histórica villa se hallaba el castillo y convento de la orden de caballería del mismo nombre, sucesora de los famosos Templarios. Nos lo cuenta el cronista Teodoro Llorente:

Amanecía el día 23 de marzo de 1748. Después de copiosas lluvias, sonreía hermosa la primavera [...] Los clérigos del Sacro Convento habían rezado en coro las Horas menores, y algunos de ellos estaban celebrando misa. De pronto sintieron temblar la tierra a sus pies, bambolearse las paredes y desplomarse las bóvedas con horrible estrépito. Eran las seis y cuarto de la mañana. La iglesia y todas las construcciones del castillo se venían abajo. Un prolongado trueno salía de aquellas ruinas y una nube de polvo las envolvía. A las dos horas, otra sacudida completó la destrucción. Repitióse el estrépito y la polvareda; caían rodando por la montaña los sillares desprendidos de los muros [...] En Enguera, Vallada, Canals, Sellent y demás pueblos de la Costera, el terremoto registró una gran intensidad, produciendo desastres, derrumbándose casas, iglesias, campanarios, desprendimiento de peñas [...] abrió grandes grietas en la tierra, llegando a alcanzar una longitud de una legua.
Resultaron muertas en el castillo 18 personas, entre caballeros y monjes. Tras varias réplicas, el 2 de abril
se produjo otro seísmo de gran intensidad, que acabó con lo poco que había quedado. Los supervivientes se desplazaron a la ciudad de Valencia, donde poseían unos terrenos y construyeron (claro) el Palacio del Temple. Sin embargo, por aquel entonces la orden ya estaba en completa decadencia y, alejados así de sus territorios históricos, perdió relevancia y los últimos templarios se extinguieron a efectos prácticos menos de un siglo más tarde, tras la Guerra de la Independencia contra el francés. La supresión de los señoríos feudales y la desamortización de Mendizábal les daría la puntilla final en la primera mitad del siglo XIX.

Efectos del terremoto de Lisboa en Andalucía Occidental.

El Gran Tsunami de Lisboa de 1755 dañó también gravemente Huelva, Cádiz, Conil de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, destruyendo gran número de casas e iglesias, y causando centenares de víctimas. Huelva y su comarca tardarían mucho tiempo en reponerse.

Siglos XIX y XX.


El 25 de agosto de 1804, la tierra volvió a moverse con gran violencia en Almería. Esta vez resultaron alcanzadas las poblaciones de Dalías, Berja y Roquetas de Mar, con un saldo de 407 personas muertas.

El 21 de marzo de 1829, un grave terremoto golpeó Almoradí (Alicante), haciendo sentir sus efectos en Torrevieja, Orihuela, Guardamar y otras localidades de la Vega Baja del Segura, ocasionando 389 muertes. Almoradí resultó aniquilado totalmente y tuvo que reconstruirse entero, aunque Orihuela y Guardamar no salieron mucho mejor paradas y hubo que reedificarlas por completo también. El seísmo, de intesidad 6.6, se originó en un complejo de fallas geológicas que se encuentra en esta comarca.

El último terremoto con una notable pérdida de vidas ocurrió en Arenas del Rey (Granada) el día de Navidad de 1884, cobrándose 839 víctimas. Arenas del Rey era una localidad de cierta importancia donde resultaron demolidas 4.400 casas. Sería reconstruída con aportaciones de toda España bajo el impulso del rey Alfonso XII, aunque tardó mucho en recuperar su vigor.

Durante el último siglo, la madre tierra ha sido buena con nosotros y sólo cupo lamentar varias muertes en 1956 (Albolote, 11 víctimas) y 1969 (Huelva e Isla Cristina, 19 fallecidos en un terremoto de intensidad 7.3).

Medidas de prevención.


En la Península Ibérica, todas las edificaciones deben levantarse en la actualidad de manera acorde a la normativa de protección contra terremotos. En España, esta es la Norma de Construcción Sismorresistente NCSE-02 (R.D. 997/2002 de 27 de septiembre), que sustituye a la anterior NCSE-94 (R.D. 2543/1994, de 29 de diciembre), precedida a su vez por otra de 1974. Es de esperar, pues, que los edificios construidos con posterioridad a estas fechas gocen de niveles cada vez mayores de defensa contra seísmos intensos.

Pese a ello, cualquier persona que experimente un terremoto de cierta potencia haría bien en tomar las siguientes medidas de protección:

Si estás en un vehículo:
  • Detente tan pronto como lo permita la seguridad del tráfico. No te pares cerca de edificios o bajo los mismos, ni tampoco debajo de puentes, pasos elevados, aparcamientos y postes o cables.
  • Para el motor, pon el freno de mano y/o una marcha, y abre los seguros para que los equipos de emergencia puedan acceder con más facilidad en caso necesario.
  • Adopta la postura de emergencia. Haz que los demás ocupantes la adopten también.
  • Una vez haya pasado el terremoto, continúa con mucha prudencia y sólo si es estrictamente necesario. Evita las carreteras, vías, puentes o túneles que parezcan haber sufrido daños. Recuerda siempre que pueden producirse réplicas o nuevos seísmos.

Si estás dentro de un edificio:
  • En principio, hoy en día se recomienda permanecer dentro de los edificios, a diferencia de lo que era corriente en el pasado. A menos que tengas sospechas fundadas sobre su resistencia a los terremotos (por antigüedad, ubicación, características, etc), no te eches a la calle.
  • Aléjate de los cristales. Los cristales son muy peligrosos cuando se rompen o estallan.
  • Tírate al suelo, ponte a cubierto bajo una mesa resistente o mobiliario similar, y mantente ahí hasta que la tierra deje de moverse. Si no hay un mueble de estas características, cúbrete la cabeza con los brazos y hazte un ovillo en un rincón con la espalda y los pies contra las paredes.
  • Si estás en la cama, quédate ahí salvo que haya algo encima de ti que pueda caer fácilmente. Protégete la cabeza con una almohada (si proteges a otra persona, como un niño, lleva cuidado, no lo vayas a asfixiar).
  • Tradicionalmente se aconseja ponese bajo el umbral de una puerta, pero hazlo solamente si es resistente y está situado en un muro de carga.
  • Permanece así hasta que termine el terremoto y las réplicas. La mayor parte de los heridos se producen cuando la gente trata de abandonar los edificios a lo loco.
  • No te asustes si se va la luz o si se disparan las alarmas o los sistemas de protección contra incendios.
  • BAJO NINGUN CONCEPTO uses los ascensores. Si crees que debes abandonar el edificio, USA SIEMPRE LAS ESCALERAS.
Si estás en el exterior
  • Apártate de los edificios, farolas, postes y cables.
  • Una vez estés en lugar abierto, quédate ahí hasta que finalice el terremoto y las réplicas.
  • No hará ningún mal tirarse al suelo y cubrirse la cabeza con los brazos.

Si los escombros te sepultan
  • Mantén la calma.
  • No enciendas cerillas ni ninguna otra cosa que pueda inflamar algún gas que pudiera haber en el aire, aunque no huelas o sientas nada en particular. Muchos de esos gases no son perceptibles.
  • No remuevas el polvo.
  • Tápate la boca con un paño.
  • Para llamar la atención de los equipos de socorro, golpea las paredes o tuberías de la manera que te sea posible. Si tienes un silbato, úsalo. Grita sólo como un último recurso: al gritar puedes inhalar mucho polvo, que es peligroso para tus pulmones.
Recuerda siempre que puede haber réplicas o nuevos terremotos: no actúes a lo loco tras el primer movimiento.

Te recuerdo que...

...si quieres echar una mano a la gente de Haití que acaba de sufrir uno de estos desastres, puedes hacerlo ahora mismo, por ejemplo, a través de las siguientes direcciones:

UNICEF España (en "destino", selecciona "fondo de emergencias")

...y pásalo.

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9 comentarios:

  1. Tristemente interesante artículo. Y a mi modo de ver bastante completito.

    Gracias por las recomendaciones del final.

    Es gracioso como peligros de tal magnitud pasan desapercibidos en nuestra vida diaria, y cuando ocurren (a mí me ha pasado en concreto al leer tu artículo) tomamos consciencia de ellos y ... asusta.
    Sabemos que están ahí, pero como si no.
    Logicamente, no podemos estar constantemente preocupados por todo lo que pueda pasarnos.

    Por suerte aún no he sentido personalmente ninguno. No me importaría vivir alguno de pequeña magnitud, simplemente para experimentar la sensación, pero ante la duda, prefiero quedarme como estoy jeje.

    Acabo con una recomendación/sugerencia/ruego ...
    Si dispones de conocimientos adecuados, lo ves un tema del que se pueda escribir lo suficiente, y te apetece, podrías escribir sobre el tema de la informática en la antigua URSS.
    La verdad es que me resulta curioso imaginármelo.
    La informática a nivel doméstico prácticamente (o sin prácticamente) no existía, lo cual es una lástima, porque, ¿habrían hecho los rusos clónicos de los procesadores de Intel?
    ¿Habrían comprado la tecnología a AMD por eso de tener mejor relación calidad/precio?

    Imagino que para desarrollar procesadores hace falta mucho dinero, un alto grado de sofisticación, y estar constantemente dedicado al tema. No se si esto encajaría con sus prioridades y necesidades, pero lo veo una inversión muy interesante.
    Me pregunto si en el caso de que se haya o se hubiese dado el tema, hubiesen sido competitivos para la época, o estarían relegados a un segundo plano (como la imagen que tengo de la industria del automóvil comparándola con la de este lado del muro).

    Pensándolo bien, creo que es un tema que se trataría mejor en nuestro archiconocido foro, jejeje.


    Un saludo y felicidades por los resultados del 2009.

    Tengo pendiente desde que empezaste, leerme Hijas de la lluvia.
    Y me he dado cuenta de algo, hoy me he metido en la página principal de tu blog y desde ahí he leido este artículo (para dejar un comentario ya si "me meto" en el artículo, pero no siempre respondo, ni todo el mundo lo hace), así que al no haberme metido en él google no me marca como una visita al mismo (imagino).
    A lo mejor tus resultados de seguidores son mejor de lo que parece (repito, también sobre el sistema que utiliza google para contabilizar visitas no conozco absolutamente nada, posiblemente esté metiendo la pata, pero es una posibilidad).


    Lo dicho, un saludo.

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  2. Muy buen artículo, Yuri. Como siempre :)

    Iker, yo una vez sentí un pequeño terremoto, y aún siendo muy suave no veas los nervios del momento, me resbalé, caí al suelo, corri hacia una puerta... fueron muy pocos segundos, pero se hicieron eternos. Por supuesto, nada que ver con el de Haití...No puedo ni imaginarmelo.

    Un saludo.

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  3. Ya me imagino los nervios ... el no saber simplemente nada, si ha pasado algo, si va a pasar, si va a hacerse peor ...

    No me he expresado bien cuando he escrito antes ... cosa normal por otra parte ya que estaba recién levantado.
    Me refería a ... que una pequeña vibración se haga sentir ligeramente, y decir, ¡¡ uy, un "mini-terremoto" !! ... que se te escape una pequeña sonrisa, y todo vuelva a la normalidad ...

    Gente de mi familia si ha sentido vibraciones más serias, y cuentan cosas parecidas a las tuyas, nada agradables. No me refería a eso, y no quiero frivolizar ni hacer cachondeo con un tema como este, y menos ahora.

    Personalmente me ha chocado lo que ha escrito Yuri sobre el hospital y los enfermos que murieron quemados ... :-(


    Un saludo

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  4. DIOS SALVE A ESPAÑA DEL SEISMO.
    Es espantoso ,cuando empieza parece por el mareo que produce ,que a uno le aprietan la nuca y le està por dar un ataque.Cuando empieza todo a balancearse recièn uno se da cuenta.
    Yo he tenido una suerte con los terremotos.
    Mi padre era muy amigo del papà del actual candidato a la presidencia de Chile el Dr Frei Montalva.
    Para los festejos creo que de su independencia estàbamos en el palco oficial y" de golpe" me sentì totalmente descompuesta.Cuando reaccioné estaba en el suelo o sea caì del palco a la vereda y me empezaron a caer pedazos de revoque en la cabeza.
    Como soy de parte no sìsmica me peguè un suste imposible de olvidar.Quedamos barados en Santiago tres dìas y constante la tierra se movìa paraba y se movìa con màs fuerza.Los edificios giraban sobre su eje.Fueron tan fuertes que se transformò la geografìa del sur de Chile.
    Mucho tiempo despuès estaba tomando mate con una tìa a las seis de la mañana en BUENOS AIRES en un duodècimo piso.
    De golpe sentì como que me apretaban con fuerza la nuca y me sentì descompuesta ,cuando acordè el edificio se movìa como un barco sorteando las ondas del agua y reacomodàndose luego en su equilibrio yendo de un lado a otro.
    CREIA QUE ERA EL FIN DEL MUNDO PUES BS AIRES NO ES ZONA SISMICA.Era un terremoto de gran magnitud en SAN JUAN (argentina) en la misma latitud de BUENOS AIRES.

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  5. Eso de los ascensores es buena recomendaciòn , pero hay que informar ,que las escaleras en donde una va bajando se mueven como si fueran de goma.
    Cuando el terremoto es liviano no se siente abajo sino en los pisos altos.
    A mi me ha pasado de salir como loca gritando terremoto y que los de los pisos inferiores me miren como si proviniese de otro planeta.

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  6. Tengo una duda. En el video que enlazas, tras aproximadamente 50 millones de años, América deja brúscamente de alejarse de Europa y comienza a acercarse. ¿Eso es realmente así? ¿No es un cambio demasiado brusco?

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  7. no entiendo muy bien el consejo del ascensor. en mi vida he sido testigo de varios terremotos de pequeña intensidad (meneo de armarios y poco más) y el más gordo me pilló dentro de un ascensor mientras subía en él.

    nada más llegar a mi piso, abrió la puerta una gente que estaba pálida del susto. como más adelante pude comprobar por las noticias, fue el terremoto más importante que había acontecido en mi zona en muchísimos años (creo que fue en el 94).

    supongo que no me enteré de nada porque el ascensor osciló más o menos libremente dentro del hueco. aún así, si el edificio se hubiera derrumbado a causa de un temblor gordo, creo que la cabina hubiera sido el sitio más seguro para estar de todo el edificio hasta que me pudieran rescatar.

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  8. Javi:

    Al menos es lo que opina una buena porción de los geólogos. :D

    Voet:

    En general se viene a considerar que, en cualquier situación de emergencia, un ascensor es una "ratonera". Vaya, que sí, que la cabina puede protegerte, pero que de entrada te estás metiendo tú solo en un lugar en el que con bastante probabilidad quedarás atrapado. Como se produzca fuego o algo por el estilo, tienes un problema gordo.

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  9. Yuri, acabo de leer flipado con los ojos como platos la putada que paso en Lisboa...que chungo. Y me suscito curiosidad y busque como habia pasado esa situacione n mi ciudad. y no fue tan chunga, tan solo una ermita lleno de peces http://www.revistacanarii.com/canarii/7/un-tsunami-en-canarias

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