...todos los que sabían algo sobre el tema parpadearon con asombro y desesperación
ante semejante acto de ceguera, fanatismo e idiotez. Ninguna trama de espionaje
suministró jamás tanta información sobre cohetería, misilística y tecnología
aeroespacial avanzada a una potencia extranjera de un solo golpe. Con este
monumental gol en propia portería, los Estados Unidos exportaron un programa
espacial entero a la República Popular China de Mao. Un programa espacial que
se llamaba Qian Xuesen.
En 1955, la República Popular China era un país inmenso, superpoblado y atrasado recién salido de la Revolución que la fundó y de la Guerra de Corea. Apenas empezaba a apuntar algo llamado industria china; la mera idea de que pudieran tener un sector aeroespacial capaz ya no de mandar gente al espacio, sino de fabricar un avión sencillo, era pura fantasía.
En 1975, veinte años después, la República Popular China ya había desarrollado un extenso programa de misiles balísticos y lanzadores espaciales que le permitió poner sus primeros satélites en órbita. En 2003 lanzó su primer taikonauta al cosmos. Actualmente se plantea instalar estaciones espaciales, mandar misiones a la Luna y Marte y convertirse en un operador comercial de primer orden. El programa espacial chino es el otro gran programa espacial, la otra gran esperanza para nuestro futuro en las estrellas.
Como siempre, hubo muchas personas brillantes detrás de todos estos logros; y como casi siempre, hubo al menos una que destacó por encima de todas las demás; el cerebro, el alma del proyecto, el hombre cuyos ojos miraban a las estrellas y sus manos trabajaban pegadas a la tierra. Si en los Estados Unidos éste se llamaba Wernher von Braun y en la Unión Soviética Sergei Korolev, en la República Popular China su nombre fue Qian Xuesen. ¿Habías oído hablar alguna vez de él?
El becario genial.
Qian Xuesen (錢學森) –también transliterado como Tsien Hsue-Shen y de otras maneras– nació en Hangzhou siendo diciembre de 1911. Pocas semanas después sería derrocado por primera vez el último emperador de China (o penúltimo, según se mire) mientras el empobrecido país agrícola se deslizaba hacia la larga y compleja Guerra Civil que se saldaría finalmente con la Revolución y el triunfo de los comunistas de Mao. Podemos hacernos fácilmente una idea de los tiempos convulsos en que se formó el pequeño Qian, hijo de un funcionario público estatal.
Sin embargo, esto no le privó de recibir una educación de cierta calidad en un tiempo en que millones de campesinos desharrapados pasaban hambre, miseria y privaciones de toda especie. Su familia se mudó a Shanghai cuando él tenía tres años, pues a su padre le asignaron un cargo en el Ministerio de Educación. Allí estudió y terminaría graduándose como ingeniero mecánico de ferrocarriles en la Universidad Jiao Tong, siendo 1934; el año en que empezó la Larga Marcha.
El excelente desempeño de Qian en la universidad le hizo acreedor a una beca indemnizatoria por la Rebelión Boxer, que permitía a los estudiantes chinos más destacados proseguir su formación en los Estados Unidos. Así, después de un breve paso por la Fuerza Aérea China, el joven de veintitrés años abandonaba su país natal para seguir estudiando en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Allí se destacó otra vez, y de qué manera. A pesar de las dificultades idiomáticas, obtuvo un doctorado en Ingeniería Mecánica al año siguiente en esta prestigiosa institución; y, aprovechando su capacidad poco común en matemáticas teóricas, pasó al Instituto Tecnológico de California (CalTech) para continuar sus estudios bajo la dirección del legendario ingeniero aeroespacial Theodore von Kármán.
Fue por aquel entonces cuando Qian se evidenció como un genio extraordinario de quien nadie quería prescindir. Él, por su parte, comenzó a interesarse en el uso de cohetes para futuros vuelos espaciales siguiendo las ideas de Frank Malina. Protegidos por Von Kármán y junto a otros estudiantes del CalTech, pusieron en marcha un grupo de investigación en cohetería al que todo el mundo llamaba el escuadrón suicida debido a las características explosivas de sus trabajos. Este escuadrón suicida, años después, se convertiría en el Jet Propulsion Laboratory (JPL).
Durante la Segunda Guerra Mundial los estudiantes del escuadrón suicida fueron reclutados para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, donde el ingeniero chino alcanzó el grado de coronel. Trabajaron en el desarrollo de diversos cohetes para la artillería y la aviación; un equipo dirigido por Qian produjo en 1944 el primer cohete norteamericano de etapas múltiples, llamado Private-A. Al finalizar el conflicto, él y Von Kármán fueron los primeros que viajaron a la Alemania derrotada para hacerse con sus especialistas y ponerle las manos encima a la V-2. Entre estos especialistas capturados se encontraba ni más ni menos que Wernher von Braun. Nadie podía sospechar por aquel entonces que el futuro padre del programa espacial chino estaba interrogando y evaluando al futuro padre del programa espacial norteamericano.
Tras la guerra, Qian siguió sirviendo a los Estados Unidos, apuntando cada vez más alto, cada vez más lejos. Von Kármán escribió sobre él: "A los 36 años, era un genio indisputable cuyo trabajo estaba proporcionándnos un ímpetu enorme para avanzar en la aerodinámica de alta velocidad y la propulsión a chorro." En Europa conoció a una famosa cantante de ópera llamada Jiang Ying, hija de un alto cargo vinculado a los nacionales anticomunistas de Chiang Kai-Shek, con quien se casaría durante una visita a China en 1947.
Poco después de su regreso a los Estados Unidos para dar clases en el MIT, Qian se convirtió en el director del Centro de Propulsión a Chorro Daniel y Florence Guggenheim del CalTech y se puso a trabajar en el diseño de un avión cósmico intercontinental que después se convertiría en el X-20 Dyna-Soar; un antecesor directo del transbordador espacial. Padre ya de su primer hijo y con otra peque en camino, solicitó la nacionalidad estadounidense en 1949. El doctor Qian Xuesen estaba a punto de convertirse en uno de los padres del programa espacial norteamericano, cada vez más y más cerca de las regiones del cosmos.
La histeria anticomunista.
Entonces, un informe del FBI cayó sobre él y su familia como un mazazo. Qian aparecía en una lista de miembros y simpatizantes del Partido Comunista de los Estados Unidos elaborada en 1938. Sus constantes servicios a Norteamérica no le sirvieron de nada, ni tampoco el hecho de estar casado con la hija de un nacional chino. Inmediatamente tras la victoria revolucionaria de Mao y con la caza de brujas del macarthismo ya en marcha, el ingeniero fue desprovisto de todas sus calificaciones securitarias, lo que le impedía trabajar de hecho en el sector aeroespacial. Imposibilitado así para mantener a su familia, anunció su intención de regresar a la ahora maoísta China (lo que probablemente no fuera más que una forma de presión para que le dejaran en paz).
Había medido mal el alcance y la extensión de la histeria anticomunista en los Estados Unidos. Este anuncio provocó que lo encerraran en la aislada prisión de Terminal Island. Muchas personas trataron de interceder por él, pero sólo lograron que fuera transferido a un severo régimen de arresto domiciliario en condiciones miserables. Le acusaron de espionaje por un supuesto intento de sacar documentos secretos de los Estados Unidos; tales documentos no eran otra cosa que tablas logarítmicas. Hasta el entonces Subsecretario de la Armada dijo, años después: "Fue la cosa más estúpida que este país hizo jamás. Qian no era más comunista que yo, y le obligamos a marcharse."
El caso es que uno de los mejores expertos en ingeniería aeroespacial de Estados Unidos y del mundo entero, con la cabeza llena de la ciencia más avanzada, quedó integrado en un programa de intercambio de prisioneros con la recién fundada República Popular China. En 1955, el doctor Qian Xuesen –co-fundador del Jet Propulsion Laboratory, padre de los cohetes norteamericanos de etapas múltiples, precursor del transbordador espacial, el genio de Von Kármán– fue deportado a la China de Mao a cambio de doce prisioneros de la Guerra de Corea. Con él marcharon también su esposa y sus dos hijos nacidos en los Estados Unidos. Y una inmensa cantidad de conocimientos que albergaba en su mente privilegiada.
Todos los que sabían algo sobre el tema parpadearon con asombro y desesperación ante semejante acto de ceguera, fanatismo e idiotez. Ninguna trama de espionaje suministró jamás tanta información sobre cohetería, misilística y tecnología aeroespacial avanzada a una potencia extranjera de un solo golpe. Con este monumental gol en propia portería, los Estados Unidos exportaron un programa espacial entero a la República Popular China de Mao. Un programa espacial que se llamaba Qian Xuesen. Aquí, a anticomunistas no nos gana nadie. ¡Faltaría más!
El viento del este.
Lógicamente, a las autoridades maoístas les faltó tiempo para ponerlo a trabajar dotándolo de todos los medios posibles en cuanto Qian pisó territorio chino. Como ni en China ni en ningún otro lugar del mundo –fuera de los Estados Unidos y la Unión Soviética– había instituciones del nivel suficiente para que el recién llegado pudiera explayarse a su gusto, le permitieron crear inmediatamente el Instituto de Mecánica de la Academia Sinica y lo hicieron jefe del programa de desarrollo de misiles balísticos. Rápidamente, el genio transformó de arriba abajo el débil programa chino de cohetes y misiles y formó un curso de estudiantes seleccionados que pronto viajaron a la URSS –con quien estaban en buenas relaciones por aquel entonces– para completar su formación con los ingenieros espaciales soviéticos que se disponían a lanzar el Sputnik.
Al parecer, en un último acto de lealtad con sus antiguos compañeros, Qian dejó deliberadamente en los Estados Unidos sus escritos precedentes y no aportó detalles sobre los programas norteamericanos a la URSS. En vez de eso, lo reconstruyó todo desde cero en China. Sobre la base de un misil de corto alcance soviético R-2 –una copia mejorada de la V-2 alemana, a diferencia de los siguientes diseños rusos, que eran totalmente autóctonos– nuestro deportado co-fundador del Jet Propulsion Laboratory puso en marcha un programa espacial y misilístico a gran escala durante las siguientes tres décadas.
En 1958, Qian ya tenía completado el diseño conceptual básico de la serie de misiles balísticos Dong Feng, que significa viento del este. Fue también por estas fechas cuando ingresó en el Partido Comunista de China, al parecer convertido finalmente en el rojo que nunca había sido antes. Los primeros lanzamientos del DF-1 –versión local del R-2– se iniciaron en 1960, seguidos rápidamente por el DF-2 de 1.000 km de alcance en 1962 –que muchos creen originado en el R-3 soviético– y el DF-3 en 1966, capaz de llevar una carga nuclear hasta las Filipinas. Inmediatamente después llegaría el DF-4 de etapas múltiples, en 1970, seguido por el DF-5 en 1971.
El DF-5 era ya un misil balístico intercontinental de diseño completamente propio, con más de 12.000 km de alcance y por tanto capaz de alcanzar el mundo entero excepto Sudamérica. Eso incluía a la URSS (con la que ahora ya no se llevaban tan bien), a Europa y... a los Estados Unidos, claro. En los dieciséis años transcurridos desde su deportación, el doctor Qian había llevado a China desde el carro tirado por bueyes hasta convertirse en la otra potencia nuclear con alcance global. Y no paraba de trabajar.
El largo viajero.
A esas alturas, el programa aeroespacial chino había alcanzado ya una entidad gigantesca y estaba listo para dar el siguiente paso. A primera hora de la noche del 24 de abril de 1970, desde un lugar inhóspito del Gobi llamado Jiuquan, un cohete llamado Larga Marcha 1 se separó del suelo sin intención alguna de caer sobre nadie. Su destino estaba allá arriba, en las estrellas.
Pocos minutos después, una extraña melodía comenzaba a bañar el mundo desde los cielos. Se trataba de una canción revolucionaria china, el Este es rojo (Dong Fang Hong), y siguió sonando durante los siguientes veintiséis días. Es decir, durante los veintiséis días que el primer satélite artificial chino permaneció en órbita. El doctor Qian Xuesen acababa de convertir a China, también, en una potencia espacial; mientras tanto, otros discípulos suyos se adentraban en la tarea de desarrollar misiles navales como el conocido Silkworm y sus sucesores.
Durante los siguientes años, China continuó lanzando y aprendiendo. A los Larga Marcha 1 les siguieron los 2, 3 y 4 que se han convertido en la columna vertebral de su programa. Forman una amplia panoplia de lanzadores ligeros, medios y pesados que no tienen mucho que envidiar a los de Estados Unidos, Rusia o Europa. Siguiendo el modelo del programa espacial soviético, desarrollaron los buques Yuanwang y se dispusieron a entrar en la liga de los grandes siguiendo una lógica muy parecida a las de las series Vostok, Soyuz y Salyut-Mir con tecnología propia.
Finalmente, Qian se retiró en 1991, a los ochenta años; tras ello, adoptó un perfil bajo y se interesó en el estudio científico de la medicina tradicional china. A su alrededor, la obra gigantesca que puso en marcha seguía su camino, llevando el primer taikonauta al espacio en 2003, disponiéndose a lanzar su primera estación espacial, adentrándose en el segmento comercial, preparándose para ir a la Luna y Marte y más allá, convirtiéndose cada vez más en uno de los jugadores principales para el futuro de la humanidad. Todo esto y más vieron sus ojos satisfechos antes de que pereciera en Beijing, a los 97 años de edad, el 31 de octubre de 2009.
Este fue Qian Xuesen, el Emperador de los Cohetes, el hombre discreto, sereno, amable y soñador que puso en marcha dos programas espaciales de inmenso valor. Considerado por todos el patriarca de la taikonáutica china, su obra se extenderá durante décadas y siglos en el futuro mientras sus huesos ancianos reposan en el Cementerio Revolucionario Babaoshan (lo que viene siendo el Arlington de los norteamericanos o el Novodevichi de los rusos, en versión china). Desde los cinco cosmódromos chinos, las naves espaciales que él concibió siguen despegando con toda normalidad. En ubicaciones secretas por toda la República Popular, los misiles atómicos que diseñó les protegen de cualquier agresión; y los que no son atómicos representan un excelente artículo de exportación. Como alguien dijo sobre otro programa espacial, esto ya no es una aventura, ahora es un trabajo. Que es, probablemente, lo mejor que se puede decir de algo así.
Qian Xuesen (1911-2009), ingeniero mecánico, miembro de la Academia China de Ciencias.
Coronel de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, co-fundador del Jet Propulsion Laboratory, precursor del transbordador espacial.
Fundador del programa espacial chino, Héroe de la Ciencia, Medalla al Mérito.
Diseñador de naves espaciales.
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¡menudo genio el McCarthy!
ResponderEliminar¿Y los visionarios norteamericanos que encarcelaron a este tipo no se tiraron nunca de los pelos? Menudas lumbreras.
ResponderEliminarLo que relatas aquí, Yuri, es una corroboración de la famosa frase de Einstein: 'Solo hay dos cosas infinitas, la estupidez humana y el Universo, aunque de esto último no estoy completamente seguro'. La cantidad de gilipolleces que se han hecho en nombre de unos ideales, políticos o religiosos...
WoW! Gran articulo, y gran estupidez la de aquellos que le dejaron huir.
ResponderEliminarLo gracioso es que a los fanáticos que consiguen este tipo de consecuencias no previstas nunca los procesan por traición...
ResponderEliminarEn el fondo me alegro de su estupidez, porque gracias a ella tenemos otro programa espacial en el que confiar para liberar a la Humanidad del pozo gravitatorio terrestre. Y, dada la cosa como está, puede que sea una de nuestras mejores opciones.
Lo que hace más grande a este tipo de científicos es que prácticamente parten de la nada en su ramo, y construyen algo enorme y complejo desde cero, cambiando la sociedad global notablemente.
ResponderEliminarOtro gran artículo que homenajea a genios olvidados.
Por cierto, la pifiada de los USA con este señor (y con la fobia al comunismo en general) es alucinante.
¿"Ceguera, fanatismo e idiotez"? ¿Está vd seguro? Porque yo no lo estoy, sabe. La segunda Guerra Mundial acababa de terminar; la inmensa producción industrial que antes consumían las hostilidades en Europa y el pacífico, no tenía destinatario... Y había que buscar un enemigo como sea. ¿Va cayendo? El complejo militar-industrial, del que habló Eisenhower, estaba muy interesado en que hubiese un enemigo, y un enemigo de entidad. ¿Conjeturas? Si, son conjeturas, y, además, del género que más odioso resulta a quienes defienden un ideal de escepticismo crítico basado en el método científico. Pero son conjeturas que hay que tener en cuenta, porque, ese escepticismo cientifista, que exige que todas las afirmaciones puedan ser refutadas (falsadas, como palurdamente se traduce), no sirve para todo. Un amigo mío pidió el divorcio de su mujer después que la vio, dentro de un coche, en compañía de un hombre, saliendo de un motel de carretera. Él no tenía modo alguno de "falsar" la hipótesis de que su mujer le había puesto los cuernos con ese tipo, pero no le importó: le habían dado razones para tomarla en consideración, y así lo hizo. Yuri, y gran parte de los comentaristas que concurren a este foro, dedican gran cantidad de energía a ridiculizar a quienes llaman "conspiracionistas". Y en muchos casos tienen razón (ya sea porque esas teorías conspiratorias se basen en imposibilidades físicas, o por su carácter gratuito o simplemente ridículo); en lo que se equivocan es en pensar que el método científico, desacredita cualquier afirmación que no se atenga a él. El mundo es conspiración (la asimetría en el acceso a la información impone que así sea) y a quienes no tenemos modo alguno de dilucidar si Lee Harry Oswald y Jack Rubin, eran dos locos que actuaban bajo la guía de sus delirios, o parte de una conjura, no nos queda sino hacer caso de lo que nos dicen nuestras narices. Si huele a podrido es que hay un cadaver, diga lo que diga Karl Popper.
ResponderEliminarGenial artículo, como de costumbre Yuri.
ResponderEliminarLa historia de este hombre ratifica lo que debería ser primordial en cualquier sociedad: es de primera necesidad proporcionar la mejor educación posible a cada individuo, nunca sabes debajo de qué piedra te va a salir otro gran héroe de la ciencia..!
en una ocasión vi un documental en vídeo sobre la "caza de brujas" y el macarthyismo y por momentos apetecía pegarle a la tele.
ResponderEliminarbien es cierto que la urss estalinista se había convertido en el enemigo tras la 2GM y que cierto grado de paranoia fue razonable. pero esta caza de comunistas fue sobretodo una rapiña por parte de unos pocos trepas/envidiosos ansiosos de elevarse pisando las cabezas que fueran falta; empezando por el propio senador macarthy.
como cita la wiki [...] by the time McCarthyism began in the late 1940s, the CPUSA was an ineffectual fringe group, and the damage done to U.S. interests by Soviet spies after World War II was minimal.[93] Historian Ellen Schrecker wrote that "in this country, McCarthyism did more damage to the constitution than the American Communist Party ever did."
y lo más irónico es que, al final, el capitalismo necesitó del comunismo para triunfar en la cohetería y llegar al espacio, hasta que la carrera espacial quedó limitada a negocios que rara vez pasan de órbita baja o estacionaria... porque ¿cómo se va a realizar una exploración planetaria realmente efectiva, establecer colonias, etc... si no hay beneficios a corto plazo? llevar a la humanidad a la luna o a marte sólo tiene sentido pensando a largo plazo, muy largo, quizás de siglos. así que, o alargamos la vida de los accionistas para que gocen de dividendos en el 2187 o nos limitaremos a mandar satélites militares y de comunicaciones un poco más arriba de nuestras cabezas.
oye, por cierto...
ResponderEliminar"Finalmente, Qian se retiró en 1991, a los ochenta años; tras ello, adoptó un perfil bajo y se interesó en el estudio científico de la medicina tradicional china."
*modo irónico on* está claro que este hombre era un crédulo pseudocientífico * modo irónico off*
Menudos primos los americanos, hay que ser muy personaje. pero bueno, gracias a sus primadas anticomunistas, no hay un bipartidismo aeroespacial ;P
ResponderEliminarVeréis, me considero un defensor acérrimo de la exploración espacial. Y me encantaría vivir pare ver llegar al hombre a Marte. Y me da igual que sean los norteamericanos, los rusos, los chinos o los kazajos. Soy consciente de que dicho programa espacial es muy caro y está desperdigado en las únicas potencias que son capaces de realizarlo, tanto a nivel económico como técnico. Por eso digo que adelante, si yo no lo veo, que al menos sean mis hijos quienes lo disfruten. ¡Viva la exploración espacial!.
ResponderEliminarY de nuevo, gracias por la divulgación. Sobre Qian y su historia no tenía ni idea, así hoy me acostaré sabiendo algo más.
Yuri, one more time, gracias por descubrime a tan inspirador personaje.
ResponderEliminarGran entrada
Un máquina, Chian, Qian o como puñetas se translitere.
ResponderEliminar@ramon1960fraiz
Nunca atribuyas a la maldad lo que pueda explicarse por la estupidez. O dicho de otro modo, que es más peligroso un idiota que un malvado.
Madre mía, este blog es un tesoro. De lo que se entera uno, lo cierto es que es intrigante esto, porque más o menos ya sabía que la China se "benefició" de la asistencia soviética hasta 1956, si la memoria no me falla, cuando rompieron relaciones por un quítame allá los crímenes de Stalin, sin embargo, que en 10-15 años ya tuvieran un armamento atómico-biológico de gran potencia, y lo de los cohetes-misiles creo que requería más.
ResponderEliminarEnhorabuena por el post, una cosita, a mí me chirría que teniendo en castellano/español Pekín, escribamos Beijing, que será como se diga en chino mandarín y de ahí haya pasado al inglés (nadie decimos Moskva por Moscú o London por Londres). Sólo ese detalle.
Merece el post un 10.
¿Y nadie halaga la enorme generosidad de los americanos que cedieron voluntariamente a uno de sus más reputados ingenieros para que los chinos pudiesen lanzar naves al espacio? ¡Para que luego digan!
ResponderEliminar"Nunca atribuyas a maldad lo que puede explicarse por la estupidez", dice kozakmeister. Pues eso, exactamente, es lo que hacen los jueces cuando deciden -como suele ser lo habitual en este tipo de casos- que el que apretó el gatillo de una pistola que apuntaba a la cabeza de otro fulano, lo hizo con intención de matarlo, y no porque esperase ver salir del cañón del arma pompas de jabón. Los magistrados suelen resolver en ese sentido, incluso cuando las personas juzgadas son semianalfabetos, con un coeficiente intelectual en el límite de la normalidad. Las personas que tuvieron decisión en el asunto que estamos considerando aquí, puede vd estar seguro de ello, ni eran analfabetas ni eran deficientes mentales. La cuestión de "a quien beneficia" también está muy clara: la guerra fría generó ganancias inmensas para unas corporaciones, cuyo personal directivo -fíjese usted que casualidad- suministró un enorme porcentaje de los secretarios de Estado y de defensa que ha tenido EEUU en los últimos 60 años. En cuanto a eso de que es más peligroso un idiota que un malvado, no me pronuncio, no hay ninguna necesidad de ello: ser malvado y ser idiota son cualidades que no se llevan nada mal. A estos niveles, evidentemente, no puede esperar encontrar uno niveles intelectuales de oligofrenia profunda, pero una ausencia casi total de talento, de verdadero ingenio y de reflexión profunda, seguro que si. Son los dominios de la baja ambición y de la astucia, propios del mafioso o del intrigante hipócrita. No confundo conspiración con inteligencia, no se preocupe.
ResponderEliminarestupenda entrada, una vez mas ;)
ResponderEliminarJoder, yo sabía que el Macartismo había sido dañino de cojones, pero esto es demasiado...
ResponderEliminarSi os ha interesado este personaje historico, desconocido por la mayoria (no en China, que lo consideran un heroe), os dejo unos enlaces de un documental de 5 capitulos en español de la TV China. Aparecen escenas de su vida diaria y de la historia reciente de China.
ResponderEliminarCapitulo 1
http://bugu.cntv.cn/language/west/documental/classpage/video/20100327/100168.shtml
Capitulo 2
http://bugu.cntv.cn/language/west/documental/classpage/video/20100328/100101.shtml
Capitulo 3
http://bugu.cntv.cn/language/west/documental/classpage/video/20100329/100133.shtml
Capitulo 4
http://bugu.cntv.cn/language/west/documental/classpage/video/20100330/100097.shtml
Capitulo 5
http://bugu.cntv.cn/language/west/documental/classpage/video/20100331/100162.shtml
Lo que me resulta curioso es queQian, pese a ser experto en industria aeroespacial norteamericana, copiase a los rusos.
ResponderEliminarVaya tela!!! a este no le conocía!..
ResponderEliminarLlamativo y un owned de los grandes de EEUU de dejarlo marchar... si es que un día tendrías que escribir una lista de owneds tontos de EEUU...
Claro, que si era un experto en rollos espaciales americanos y copiase a los rusos, seria xk los americanos acumulaban mas cagadas que los rusos. En definitiva...hay ordenadores y software rusos pa pillar uno? XD
ResponderEliminarBueno, también pudo influir que hasta 1962 se llevaron bien con los ruskis, hasta que éstos empezaron a dudar de la bondad de tito Josef
ResponderEliminarAsí sucede cuando en los pueblos prevalece el fundamentalismo.
ResponderEliminarJoe: "Lo que me resulta curioso es queQian, pese a ser experto en industria aeroespacial norteamericana, copiase a los rusos."
ResponderEliminarJajajajaja!! Muy bien visto!