La pizarra de Yuri: ¿Dónde está el futuro de la exploración espacial?

domingo, 23 de mayo de 2010

¿Dónde está el futuro de la exploración espacial?

Incertidumbres tecnológicas, económicas y políticas nos mantienen atados en las órbitas próximas a la Tierra.

No se escapa a nadie que los grandes proyectos de la humanidad viven tiempos inciertos. Durante las dos últimas décadas, parecemos haber caído en una especie de decadencia tecnificada, acomodados, timoratos e incapaces de dar pasos colectivos en una dirección clara. La verdad es que llevamos una buena temporada dejando el pabellón muy bajo. Esto se plasma de manera notoria en la exploración espacial humana, resumen y símbolo contemporáneo de lo que somos capaces de hacer. ¿A dónde vamos, en este preciso momento de nuestra historia?

Breve recuerdo de la exploración espacial.

La historia de la exploración espacial humana se puede dividir en tres etapas, más una etapa cero. Esta etapa cero se extiende desde el redescubrimiento en 1903 de la Ecuación del Cohete por el padre de la astronáutica Konstantin Tsiolkovsky hasta las V-2 nazis de la Segunda Guerra Mundial. Hay quien considera a las V-2 como el primer vehículo espacial, pues algunas de ellas tenían el apogeo de su trayectoria balística por encima de la línea Kármán, que separa convencionalmente el espacio aéreo terrestre del espacio exterior. Sin embargo, su incapacidad para permanecer en el espacio o entrar en órbita las convierte más bien en el primer SRBM y el antecesor inmediato del cohete espacial.

Muy a grandes rasgos, estas tres etapas de la exploración espacial humana son las siguientes:
  • Etapa 1 o los tiempos heroicos: Comienza con el lanzamiento del Sputnik 1 en 1957, las primeras llegadas automáticas a la Luna de 1959 (Luna 2, Luna 3) y el vuelo de Yuri Gagarin en 1961. Se extiende más o menos hasta los vuelos tripulados a la Luna de 1969-1972 (Apolo 11 a Apolo 17) y las misiones interplanetarias automáticas a Venus que se iniciaron en 1965.

  • Etapa 2 o los tiempos de consolidación: El esfuerzo primario se centra ahora en conquistar sólidamente las órbitas próximas a la Tierra. La apuesta emblemática norteamericana es el transbordador espacial, iniciado durante los años 70, que voló por primera vez en 1981; su retirada está prevista este año. Los soviéticos, por su parte, apostaron por un denso programa de estaciones espaciales (Salyut 1 a Salyut 7, de 1971 a 1986) que culminaría con la no menos emblemática Mir (1986-2001); la nave más representativa de esta opción es la Soyuz, que sigue en activo.
  • Etapa 3 o los tiempos de comercialización: tras la disolución de la URSS en 1991 y las nuevas políticas económicas en Occidente orientadas a la reducción del gasto público y la liberalización económica, así como con el surgimiento de nuevos competidores, los grandes programas espaciales se van viendo retrasados o suprimidos en favor de aproximaciones con una rentabilidad más inmediata o cooperaciones internacionales mediante tecnologías probadas como la Estación Espacial Internacional (que está construida en torno de lo que iba a ser la Mir 2).

Merece la pena detenerse un poco en esta última etapa, pues es la que estamos viviendo ahora mismo. Los grandes proyectos que se daban por descontados durante las dos etapas anteriores (regreso a la Luna, viajes tripulados a Marte y Venus, inicio de la exploración extensiva de las lunas de Júpiter y Saturno, comienzo de la industrialización del espacio) languidecen o han desaparecido en el pozo de unos presupuestos cada vez más reducidos, algunas de cuyas expresiones más extremas dieron lugar a problemas notorios.

La situación actual.

Por un lado van los programas militares, a su rollo; su expresión más notable hoy por hoy siguen siendo los satélites de telecomunicaciones especiales, navegación (GPS/GLONASS) y de reconocimiento estratégico. Los planteamientos de combate espacial –de manera muy conocida, la Guerra de las Galaxias de Reagan– han ido quedando cancelados por su coste, baja confiabilidad y rápida obsolescencia, cuando no por ser simplemente impracticables; hoy por hoy, se reducen a débiles aproximaciones ASAT. En todo caso, los militares están firmemente anclados a las órbitas cercanas a la Tierra, por la sencilla razón de que lo que le interesa a los militares ocurre sobre todo en la Tierra. Los lanzamientos estatales/militares siguen constituyendo aproximadamente el 50% del total, sobre todo en lo que hace referencia a Estados Unidos y en menor medida Rusia.

Los programas científicos se han ido desarrollando con altibajos a lo largo de estos últimos años y los más notables –como los Grandes Observatorios del tipo del Hubble, el Chandra y el Spitzer– orbitan también en las cercanías de nuestro planeta, entre otros motivos porque no necesitan estar más lejos para cumplir su misión estupendamente. Aunque de cuando en cuando las agencias espaciales y las universidades nos obsequian con alguna excitante misión más allá, a nadie se escapa que estas misiones son mucho menos ambiciosas que sus equivalentes de unas décadas atrás. ¿Alguien se imagina algo tan radical y revolucionario como las Venera, las Apolo, el transbordador o la Mir en la actualidad? Sea como fuere, los lanzamientos científicos suelen formar entre el 10% y el 15% de los lanzamientos totales.

El sector más vigoroso de la exploración espacial presente está, sin duda, en el ámbito comercial. Hoy por hoy, entre el 20% y el 40% de los lanzamientos espaciales son comerciales. Esto es, una carga de un tercero (estatal o privado) contratada para su lanzamiento a alguna potencia con la capacidad de realizarlos, pagando buen dinero a cambio. Esta potencia suele ser Rusia, que trimestre a trimestre acapara entre el 30% y el 60% de todos los lanzamientos comerciales por su fiabilidad, conveniencia y bajo coste. Lanzar con los europeos sale caro, y con los estadounidenses, caro y medio (a continuación veremos esto con más detalle).

Estudio de los lanzamientos espaciales comerciales (total mundial) en periodo 2000-2010, con detalle del reciente quinquenio 2005-2010 y evolución a lo largo de la década (clic para ampliar).

Los dos grandes problemas.

Los dos grandes problemas que afectan a las posibilidades de exploración espacial humana en el futuro inmediato son fáciles de expresar, pero difíciles de resolver.

El primero de estos problemas radica en las ciencias y tecnologías de la propulsión. Enviar cosas al espacio sigue siendo brutalmente caro y bastante difícil. El pozo gravitatorio de la Tierra nos obliga a usar grandes cohetes propulsores y cantidades enormes de combustible muy costoso; además, el número total de lanzamientos es muy bajo en comparación con cualquier otro medio de transporte, por lo que las economías de escala juegan a la contra. Cada kilogramo de carga típica en órbita baja cuesta un mínimo de tres o cuatro mil dólares, que ascienden a quince mil para los lanzamientos a órbita geoestacionaria (obsérvese que el enlace está en libras: 1 kg son 2,2 lb). Y eso, usando los cohetes rusos más económicos. La cifra asciende a entre ocho mil y veintipico mil, respectivamente, utilizando propulsores europeos Ariane-5; y desde diez mil a cincuenta mil si quisiéramos lanzar con el transbordador espacial norteamericano. Por kilo.



De media, una botella de agua mineral de litro cuesta en el espacio un mínimo de tres mil euros y más probablemente unos siete mil: un euro para comprarla y el resto para lanzarla. Hay algunas iniciativas en marcha para reducir este coste al rango de los mil euros por kilo durante los próximos años, pero de momento no tienen nada claro y ya acumulan muchos retrasos. Aún así, seguiríamos hablando de cifras bastante espectaculares.

Pero el problema no se acaba aquí. En el espacio, las distancias son abismales. Ir a la Luna son sólo tres días de viaje con las tecnologías presentes, pero para Venus ya hacen falta cuatro meses y si salimos hacia Marte, al menos seis y más habitualmente nueve (con lanzamientos especialmente costosos, mucho más que los de las órbitas corrientes mencionadas arriba). A partir de aquí, las distancias y tiempos comienzan a crecer monstruosamente. Hoy por hoy, el viaje interestelar (entre sistemas solares distintos) es simplemente un sueño. Por supuesto, el límite absoluto de la velocidad de la luz en el vacío pesa como una maldición cósmica sobre los viajeros futuros, pero a nosotros aún nos falta un tanto para tener que preocuparnos por él: las naves espaciales más rápidas construidas hasta hoy por la especie humana volaron a dos diezmilésimas partes de la velocidad de la luz.

En realidad, no es demasiado difícil hacer una nave espacial capaz de acelerar hasta la mitad de la velocidad de la luz más o menos (a partir de ahí empiezan otros problemas con peor arreglo). Bastaría llevar el combustible suficiente para mantener el motor encendido durante algún tiempo: a una aceleración de 9,8 ms-2 (equivalente a la de la gravedad terrestre, para que sus ocupantes vayan cómodos) se puede alcanzar el 50% de la velocidad de la luz en menos de doscientos días, con muy pocos efectos relativistas. Sin embargo, los problemas de índole práctica y económica son enormes: requiere construir y lanzar una nave inmensa, para poder cargar todo ese combustible; o, alternativamente, usar tecnologías que en estos momentos sólo empezamos a vislumbrar.

El segundo problema que afecta al futuro de la exploración espacial es más simple aún: el dinero, a pelo. En cuanto nos planteamos cosas más grandes de las que estamos haciendo por el momento, estos costes ya de por sí altos se multiplican por muchos órdenes de magnitud. Sencillamente, como especie no tenemos esa clase de dinero aún (es decir: de recursos fácilmente accesibles); y lo que podemos hacer con nuestros recursos actuales no permite obtener unos retornos que justifiquen la inversión en el plano económico. No se justifica hoy por hoy una Flota de las Indias Cósmicas que vuelva cargada de oro y plata; para empezar, porque ese oro y plata –o lo que ocupe su lugar– sería enormemente caro, mucho más que el disponible en la Tierra debido a los altos costes del viaje espacial. Al menos con los sistemas político-económicos presentes, sería un negocio ruinoso.

Rusia: el deseo y la impotencia.

Las dos grandes potencias cósmicas presentan distintos problemas para liderar la reactivación de la exploración espacial humana.

Rusia tiene la tecnología, los expertos, la voluntad política y el mercado comercial más grande del mundo, pero le falta la clase de riqueza a gran escala que generaba la economía soviética hasta 1990. En la actualidad, y a pesar de una sobresaliente recuperación en años recientes, la economía rusa tiene apenas un 41% del tamaño que tuvo la soviética en el último año de existencia de la URSS (y todas las economías ex-soviéticas juntas, un 56%). Esta reducción del volumen de recursos disponibles ha constreñido severamente el programa espacial ruso, tanto en solitario como con las colaboraciones ucranias y kazajas. El mal comportamiento de la economía ucrania en estos años (es uno de los pocos países de la ex-URSS cuya economía es aún más pequeña hoy que durante la catástrofe de 1992-1993) sugiere que la participación de este país en la exploración espacial finalizará, al menos temporalmente, cuando el nuevo Angara desplace al Zenit.

 (Clic para ampliar)

A pesar de estas restricciones económicas, Rusia mantiene un programa bastante ambicioso. El Plan Federal 2006-2015 prevé las siguientes actuaciones, que se extenderán más allá de 2015:
  • Sustitución de las naves tripuladas Soyuz por su sucesor PPTS (que algunos llaman súper-Soyuz). Las indecisiones de la Agencia Espacial Europea –que primero iba a cooperar, luego que no, luego que sí, luego que no otra vez, hasta que los rusos se hartaron y tiraron por la calle de enmedio– han retrasado fuertemente este proyecto, junto a los propios problemas de financiación rusos. Al parecer, TsSKB Progress de Samara, la inmensa fábrica de cohetes en serie, ha empezado ya a trabajar en el lanzador Rus-M para este nuevo vehículo.
  • El retorno a la Luna, con cuatro naves automáticas Luna-Glob, la primera de ellas en cooperación con Japón. No es previsible que el primer lanzamiento se produzca antes de 2012.
  • Un nuevo intento a Marte, con Fobos-Grunt, programada para 2011.
  • El retorno a Venus, con Venera-D, programada para 2016.
  • Completar el experimento humano MARS-500 para la simulación de un vuelo tripulado a Marte. Las dos primeras fases se realizaron satisfactoriamente en 2008 y 2009, y está previsto iniciar la tercera el 3 de junio de este año, simulando una misión tripulada al planeta rojo de 520 días.
  • Introducción del cohete lanzador pesado Angara, reemplazando una variedad de lanzadores obsolescentes heredados de la época soviética. Aunque ya se han realizado bastantes pruebas parciales y el GKNPTs Krunichev de Moscú tiene los trabajos muy adelantados, es improbable que se produzca el primer lanzamiento antes de 2013.
  • Restablecer la constelación de satélites de navegación GLONASS con 18 unidades; esto ya se ha logrado, y hay 21 en servicio actualmente (más dos en reserva). A partir de ahora se lanzarán satélites de tercera generación hasta un total de 30 en 2011, mejorando así su precisión y la disponibilidad global del servicio. 
  • Lanzamiento de los nuevos satélites de monitorización terrestre Resurs-P (vinculados al proyecto militar Persona) en sustitución de los Resurs-DK, así como los Smotr y Arkon.
  • Inicio de la constelación Vulkan para la alerta temprana frente a terremotos y otros desastres naturales. 
  • Completar el segmento ruso de la Estación Espacial Internacional.
  • Misiones científicas: Koronas-Foton (investigación solar, lanzada en 2009 y fallida), Spektr-R (radioastronomía, prevista en 2010), Spektr-RG (radioastronomía de rayos X y gamma, en rediseño), Spektr-UV (radioastronomía de radiación ultravioleta, en rediseño), Intergelizond (investigación solar, 2011), Celesta (astronomía estelar, 2018), Terion (geofísica, 2018) y restablecimiento de las misiones Bion de estudio de los efectos del viaje espacial sobre los seres vivos.
  • Nuevos satélites meteorológicos y climatológicos de los tipos Elektro-L (2011) y electro-P (más allá de 2015).
  • Numerosas misiones militares clasificadas.
Podemos ver que, a pesar de sus limitaciones económicas, el programa ruso sigue apuntando claramente en las direcciones precedentes. Incluso se habla de construir el primer astillero espacial, llamado OPSEK, cuando finalice la cooperación con la Estación Espacial Internacional. Este sería sin duda el primer paso para una futura industrialización del espacio. Claramente, tienen una visión, tienen la ciencia, tienen la tecnología, tienen la infraestructura, siguen contando con inmenso apoyo popular en su país y sólo les falta el dinero.

Estados Unidos: potencia sin norte (ni sur, ni...).

Estados Unidos tiene la ciencia, tiene la tecnología, tiene la infraestructura, tiene el dinero... pero nadie sabe a dónde va. Es un secreto a voces que la potencia norteamericana no tiene una visión de lo que quiere hacer en el espacio. El programa del transbordador espacial se acaba este año, y nadie había previsto un sustituto realista, hasta el extremo de que a partir del año próximo los Estados Unidos pasarán a depender de las Soyuz rusas para todas sus misiones tripuladas durante un tiempo indeterminado. El programa Constellation con la nave Orion y el nuevo cohete lanzador Ares están esencialmente cancelados, o en remojo, o lo que quiera que sea: el caso es que nadie sabe cuándo volarán, si es que vuelan; esto representa un hachazo enorme a las posibilidades norteamericanas para la exploración espacial.

La Vision for Space Exploration, que apostó brevemente por el regreso a la Luna y el viaje tripulado a Marte, es extremadamente dependiente del programa Constellation (además de poco realista, poco innovadora y probablemente inadecuada). Con Constellation en estado crítico, la VSE no se sostiene. Resulta obvio que Obama desea cancelar el paquete completo; y no le falta alguna razón, porque toda la idea estaba sustancialmente desenfocada y carecía de perspectivas claras.

Lo único que parecen tener claro los Estados Unidos es que desean mantener una fuerte presencia militar en el espacio. Sin embargo uno de sus componentes fundamentales, la Future Imagery Architecture de reconocimiento estratégico avanzado, fue cancelada en 2005 debido a monumentales sobrecostes económicos y diversos fracasos tecnológicos; ni uno solo de sus componentes llegó a entrar en órbita. Boeing gastó miles de millones de dólares de dinero público antes de que les cancelaran el contrato. El New York Times lo llamó "el fallo más costoso y espectacular en cincuenta años de satélites de reconocimiento estratégico". En su lugar, Lockheed Martin está implementando ahora satélites más convencionales. No obstante ello, Estados Unidos mantiene y mantendrá una fuerte presencia militar en el espacio durante los próximos años.

Estados Unidos quiere apostar por proyectos privados como el Falcon 9 con la nave espacial Dragon de SpaceX, el Taurus con la nave espacial Cygnus de Orbital Sciences Corporation, y el ya quebrado Rocketplane Kistler. Esto es absurdo. Todos estos proyectos son meramente subcontratas para hacer a gran coste y con poca experiencia lo mismo que hace ya cualquier Zenit, Soyuz o Proton (de hecho, OSC está subcontratando extensivamente con los ucranios e incluso con los rusos). El Taurus II incorpora motores rusos NK-33 de NK/Kuznetsov y tripas ucranias de Yuzhnoye (prácticamente toda la primera fase). Es tan parecido a un Zenit que hasta han tenido que darle el mismo diámetro para que las piezas encajaran: 3,90 metros; con la diferencia de que el Zenit es uno de los lanzadores más baratos que existen y el Taurus, uno de los más caros. Los motores Merlin para el Falcon 9 de Space X son de construcción propia, pero menos potentes, menos eficientes y con menor impulso específico que los NK-33 rusos de los años '70 utilizados por OSC.

En realidad, todo el concepto carece de sentido realista. Estas pequeñas empresas privadas no están ni cerca de sus competidores estatales internacionales. En el mejor de los casos están veinte años por detrás, y cincuenta en el peor. Puede que terminen consiguiendo algunos lanzamientos baratos (y yo no pondría la mano el el fuego), pero esto no es el futuro. En realidad, a Estados Unidos le saldría mucho más barato (y seguro) firmar ahora mismo cincuenta cohetes con los ucranios y los rusos y despreocuparse del tema por completo. Total, ya los están subcontratando, y más que lo van a hacer.

Por el otro extremo, los grandes lanzadores de Lockheed y Boeing son poco competitivos en el mercado comercial. En el año 2009-2010, como hemos visto más arriba, sólo lograron copar un 20% de los lanzamientos comerciales. Y el público estadounidense, a diferencia del ruso, pasa millones de su programa espacial y siempre está dispuesto a votar a cualquiera que prometa bajarles los impuestos metiéndole otro tijeretazo más.

En su situación actual, el programa espacial norteamericano no va a ninguna parte. Yo creo que al final serán capaces de salir de esta trampa en la que ellos mismos se han metido –Estados Unidos sigue siendo un gran país con mucha más capacidad de reacción de lo que muchos creen–, pero les va a costar años, puede que décadas, y muchísimo dinero.

Europa: la siempre prometedora, la siempre segundona.

O tercerona. Es muy curioso. La Unión Europea es la mayor economía del mundo, una de las más prósperas, dispone de avanzada ciencia y tecnología... y la voluntad política de un caracol. Se suele definir a la UE como un gigante económico y un enano político, y vive dios que es verdad. En política espacial, esto se nota enormemente. Aunque sus lanzadores Ariane 5 han logrado un pequeño porcentaje del segmento comercial, y durante las últimas década se ha animado con algunas misiones científicas, la Agencia Espacial Europea es sólo una sombra de lo que podría ser nuestro proyecto espacial en este siglo XXI que viaja rápidamente hacia la multipolaridad geoestratégica.

Y sin embargo, hablamos mucho de los yanquis y de los rusos pero tampoco vamos a ninguna parte en particular. Al menos, ellos lo intentan en serio. Un presupuesto anual típico de la ESA oscila entre 3.000 y 3.500 millones de euros (3.600 en 2009). En Rusia, a pesar de que su economía presente es catorce veces más pequeña que la europea, sólo Roskosmos cuenta con un presupuesto de 1.900 millones de euros (2009) y junto al resto de organizaciones espaciales rusas, probablemente supere los 3.000 millones (y los usan de una manera francamente más eficaz). La NASA, con todos sus recortes e incertidumbres, tiene un presupuesto anual de 15.000 millones de euros (2010) para un país cuya economía es sólo el 85% de la europea.

Los europeos no tenemos excusa. Somos un continente envejecido sin más ambición que languidecer en nuestras casitas tan cucas, detrás de nuestros altos muros, añorando tiempos pasados mientras el mundo cambia velozmente de forma a nuestro alrededor. Casos como el LHC son más la excepción que la norma (y porque sale barato de narices para lo que puede aportar: 6.000 millones de euros en total; como seis años de financiación de la deuda de las televisiones autonómicas españolas). El lentísimo progreso del Galileo y la ridícula bajada de pantalones ante Estados Unidos son bien expresivas.

Al menos, tenemos un programa científico de alguna envergadura. Aunque desde luego, no es Europa quien va a liderar la exploración espacial humana en los próximos años. Obviamente, hay otros deseando hacerlo.

China en ascenso.

El presupuesto anual de la CNSA es ya superior a mil millones de euros, y aumenta año tras año. La República Popular China quiere ir al cosmos, y quiere competir en los mercados espaciales internacionales.

El programa tripulado (proyecto 921) está, básicamente, reproduciendo paso por paso –pero de manera acelerada– los programas rusos Sputnik-Vostok-Soyuz 7K-OK. A fin de cuentas, si algo funcionó tan bien, ¿por qué no imitarlo para ganar tiempo (y dinero)? Sus naves Shenzhou se van pareciendo cada vez más a una Soyuz grande y provista de propulsión orbital autónoma. China puso su primer hombre en el espacio en 2003 (Shenzhou-5, tripulada por Yang Liwei), realizó su primer paseo extravehicular con una tripulación de tres hombres en 2008 (Shenzhou-7) y se dispone a montar una pequeña estación espacial a partir de 2011.

China dispone ya de cuatro espaciopuertos (Jiuquan, Taiyuan, Xichang y Wenchang) más una base suborbital (Guangde). Ha lanzado decenas de satélites, de tipo civil/comercial, científicos y militares. Su programa militar incluye satélites de reconocimiento estratégico, sistemas antimisil y sistemas antisatélite. Dispone de un programa experimental de satélites de navegación (Beidou) y quiere desplegar uno equivalente al GPS, GLONASS o Galileo (Compass); y estos no se van a bajar los pantalones. La serie Dong Fang Hong (que significa el Este es Rojo) desempeñan una pluralidad de servicios de telecomunicaciones, reconocimiento y observación. El Chang'e-1 ya fue a darse una vueltecita por la Luna, hay programadas tres más y ya están hablando de Marte y Saturno.

Los cohetes Larga Marcha, en sus varias versiones, constituyen uno de los lanzadores espaciales más económicos y eficientes que existen en la actualidad. Sin embargo, aún no son muy aptos para la comercialización abierta.

China todavía no es una potencia espacial a gran escala, en el sentido en que lo son Estados Unidos o Rusia. Pero en breve plazo ya podrá tratarse con la Unión Europea de tú a tú (en algunos ámbitos, ya está por encima) y no hay ningún motivo para pensar que no pueda convertirse en uno de los líderes futuros para la exploración cósmica.

Los pequeños, que son cada vez menos pequeños.

A Japón le pasa un poco como a Europa: es la tercera economía del mundo, pero su presupuesto anual para la JAXA apenas alcanza 2.000 millones de euros. Y su programa tampoco es especialmente ambicioso. Después de muchos años de problemas con sus cohetes, parecen haber estabilizado una tecnología fiable con los H-IIA y B de Mitsubishi; pero resultan muy caros para el segmento comercial. El J-1 de Nissan nunca llegó a imponerse por su altísimo coste y pocas posibilidades. Al igual que Europa, Japón ha lanzado algunas misiones científicas notables. Y de la misma manera que Europa, no se le ven trazas de que vaya a liderar nada en un futuro próximo.

India, con un presupuesto anual de mil millones de euros, parece bastante más decidida. Sus cohetes PSLV se han hecho un hueco en el segmento comercial ligero, y están trabajando con los GSLV, que en la versión actual han dado algunos problemas. Este país opera normalmente decenas de satélites de telecomunicaciones, radiodifusión, meteorología, reconocimiento y observacion. Ha lanzado ya una nave a la órbita lunar.

Brasil tiene un pequeño programa espacial de trescientos millones anuales, sustentado actualmente con tecnología rusa (programa Cruz del Sur, basado en el cohete Angara). Opera un reducido número de satélites de observación.

El programa israelí es fundamentalmente militar y de poca envergadura, con un presupuesto declarado de unos 70 millones de dólares anuales (probablemente sea cuatro o cinco veces más, en asignaciones clasificadas). Sus lanzadores Shavit son una variante del misil balístico Jericó; de ocho lanzamientos, tres han resultado en fallos. Opera los satélites Ofeq y TecSAR, (reconocimiento estratégico), Amos (telecomunicaciones), EROS (observación) y unos pocos de interés científico.

Existen algunos otros países con pequeños programas espaciales, como Irán o Corea del Sur, que en la actualidad no son muy relevantes.

Una situación abierta.

Realmente, en estos momentos, no sabemos por dónde puede tirar la exploración espacial de la especie humana. Las dos grandes potencias tradicionales, Estados Unidos y Rusia, no están temporalmente en condiciones de desempeñar su papel de liderazgo por distintos motivos (falta de visión y exceso de presiones en Estados Unidos, falta de dinero en Rusia). Europa sigue a verlas venir, preocupadísma con que ningún subcomité pise ningún callo a ningún político, lobby o votante. China avanza rápidamente, pero aún le falta un poco para llegar. India y los demás están más retrasados. Las iniciativas privadas son irrelevantes.

La verdad es que, bien pensado, difícilmente se puede hacer una mejor descripción de todos estos países que a través de sus proyectos espaciales. En fin. El caso es que, por el momento, parece que vamos a seguir vagando por nuestros alrededores, sin grandes planes o posibilidades realistas de ir mucho más allá.

Y sin embargo, nuestro destino está allá. La humanidad no puede permitirse, en el medio y largo plazo, permanecer atada a un solo planeta cada vez más superpoblado y con recursos más restringidos. Si no acertamos a encontrar nuestro camino a las estrellas, este mundo empeorará y se arruinará en una larga decadencia sin perspectivas ni ningún futuro en particular; por no mencionar el riesgo obvio de tener todos los huevos en la misma cesta ante cualquier suceso de escala mayor.

Pero ocurrirá, no me cabe duda; dentro de diez, cien o mil años, esta especie nuestra encontrará su camino. Entonces, las generaciones recordarán a nuestros padres y abuelos como aquellos que abrieron las puertas del futuro para toda la humanidad; sería lamentable que nos recordaran a nosotros como la panda de mezquinos, mediocres y pusilánimes que fueron incapaces de estar a la altura.

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14 comentarios:

  1. Interesante descripción, Yuri. Como bien dices, contando las actuales estrategias espaciales conocemos mejor a cada uno de los países que arriesgan o al menos lo intentan...

    Qué lejos queda el término "Carrera Espacial"....en fin.

    Lo veremos, porque leyendo tu blog nos mantendremos en forma y con vitalidad...y superaremos al mítico y genial Martin Gardner que ayer se disgregó y partió hacia la eternidad de las partículas subatómicas cumplidos ya los 95 años....y en activo.

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  2. Buena entrada. Justo ayer comentábamos con unos amigos como irían de diferente las cosas si en lugar de tantos programas espaciales interruptus paralelos hubiese una auténtico programa espacial internacional.

    Por cierto, en el caso de Rusia creo que deberías hacer referencia a algo tan significativo como la construcción de un nuevo cosmódromo que debe reemplazar progresivamente a Baikonur.

    Su construcción se inicia este año y el primer lanzamiento está previsto para el 2015.

    Puedes encontrar vídeos, mapas y más información en la web de Roskosmos: http://tvroscosmos.ru/?page=kosmodromvostok

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  3. Fantástico resumen. No sé por qué exactamente, pero me ha encantado la gráfica del PIB de la URSS-Rusia.

    Yo añadiría -además de citar a Vostochni, como dice SovietRussia- el proyecto Excalibur Almaz, que intenta resucitar las cápsula VA de los TKS de Cheloméi.

    Por otro lado, una matización: OPSEK no es tanto un "astillero espacial" como un plan B que se sacó Roskosmos de la manga por si la ISS era abandonada por la NASA antes de 2020, pero tras la cancelación del VSE esto no va a ocurrir.

    ¡Ah!, y no olvidemos que Spektr-UV cuenta con la colaboración de España (proyecto WSO-UV).

    Un saludo!

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  4. Excelente entrada, y deprimente. Supongo que el estado de los diversos programas de exploración espacial no es más que un reflejo del estado de la ciencia en general hoy en día. Hace falta dinero, y nadie quiere poner un duro si no lo va a recuperar a corto (o muy corto) plazo. Hace falta tomar un rumbo claro, y nadie piensa más que en quién le puede deber favores y a quién se le deben favores. Malos tiempos, supongo.

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  5. "Estados Unidos tiene la ciencia, tiene la tecnología, tiene la infraestructura, tiene el dinero... pero nadie sabe a dónde va. Es un secreto a voces que la potencia norteamericana no tiene una visión de lo que quiere hacer en el espacio. "

    Me parece que los EEUU necesitan un empujoncito por parte de Rusia para ponerse las pilas, en forma de humillación pública, que acabó por convertirse en la carrera espacial.

    Un saludo!

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  6. Dani: Intentaremos al menos estar a la altura, ¿eh?

    Soviet Яussia: Estuve tentado de mencionarlo, pero como está aún en unas etapas tan tempranas... pues al final decidí dejarlo fuera. Gracias por el dato en todo caso.

    Daniel Marín: Es cierto que OPSOK era un "plan B", pero la idea de una "estación astillero" lleva dando vueltas algún tiempo por ahí. Por eso la incluí.

    Javi: Motivos para levantar la voz.

    Pableras: Pues a lo mejor llevas razón. Igual lo que necesitan es un empujón de un competidor tan serio como lo fue la URSS. Pero no sé si será Rusia, China o quién.

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  7. No acabo de tener claro que sea una trampa enfriar la carrera espacial, los costes son muy altos y el retorno muy bajo desde el punto de vista de la investigación.
    En cuanto a los aspectos sociales opino que sería mejor barrer primero nuestra casa antes de empezar con las ajenas.
    Como además estoy convencido que la historia de la humanidad discurre por los caminos de la eficiencia no me molestaré en justificar más lo que la terca realidad se empeña en mostrarnos.

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  8. Excelente artículo. A mí me gustó particularmente cómo refutas la idea de que el sector privado va a salvar la exploración espacial, que luego turistas estarán en la Luna con un costo más bajo que el Programa Apollo. Sin el apoyo de grandes potencias, con presupuestos de varios miles de millones de dólares, nada más tendremos en órbita que versiones un poco más capaces que la SpaceShip Two. Y ni soñar con ir más allá.

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  9. Sidney:

    Es una opinión muy legítima, pero desde mi punto de vista errónea. Es así como las naciones y las civilizaciones quedan atrasadas y decaen; te recuerdo que gran parte de las tecnologías que usamos en el presente se originaron y desarrollaron con el programa espacial.

    La eficiencia está muy bien -de hecho, es estupenda-, pero no hay que confundir eficiencia con visión estrecha a corto plazo. En realidad no es tanto una cuestión de eficiencia como de plazos.

    Carlo:

    Es que de verdad que no lo veo. Y mira que me caen simpáticos, por entusiastas, pero de verdad que no los veo compitiendo en lo grande. Es como salir con yatecitos muy monos a competir en transporte contra superpetroleros y portacontenedores. Vale, los yatecitos son monos, y se aprecia el afán deportivo... pero pertenecen a una liga distinta. Como dije, puede que logren algunos lanzamientos baratos a órbita baja (y ya veremos...), pero hasta ahí llega como bien dices.

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  10. Yuri, ante todo mi más fraternal saludo y todo mi agradecimiento por la existencia de esta escuela (llamarlo blog sería pecar de modestos).

    Es realmente gratificante saber que existen aun personas como tú, dispuestas a compartir su tiempo para enriquecer el conocimiento de todos. Porque realmente tus entradas son bien a lo grande y eso requiere mucho tiempo, estudio y también dinero, que la mayoría de las buenas bibliografías lo valen.

    Yo quería saber si podías comentar acerca de un par de temas:

    1- La dependencia de la vida en la tierra con los procesos telúricos, tectónicos y volcánicos que ocurren en su interior, en resumen, relación entre la vida y el "motor terrestre", motor que algún día terminara por agotar su energía.

    2.- Desarrollo de proyectos de propulsión nuclear para el espacio, creo por ahora es la única vía posible para lograr el objetivo de viajar a cualquier punto de nuestro sistema solar.

    3.- La recogida de basura espacial, se que los Rusos tuvieron algún proyecto en mente, ¿a que nivel se encuentra?.

    Gracias de antemano, y mis disculpas por tomarme el atrevimiento.

    Saludos desde Cuba.

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  11. Saludos, Cuba. :)

    Es un placer ser de utilidad. Al hilo de lo que me preguntas, he tratado por encima el punto 2 en un par de entradas. Pero muy en resumen, esas son aún tecnologías especulativas de realización práctica incierta durante una buena temporada. Aunque no son imposibles, no las veo en el presente o en el futuro próximo por razones de índole tecnológica, práctica y económica.

    Con respecto al punto 3, se ha hablado varias veces de "pasar un poco la escoba" por nuestras órbitas más cercanas. De momento tampoco hay nada. Básicamente, es muy costoso y nadie quiere asumir el gasto. Supongo que habrá que esperar a que ocurra algún accidente por colisión para que se pongan las pilas.

    Dejo el punto 1 para el final porque el tema del origen de la vida es algo que trataré próximamente. ;) Sin embargo, ya te adelando que no creo que en el presente haya ninguna conexión directa entre los procesos internos del planeta y la vida en su superficie (más allá de que nos reviente un terremoto bajo los pies, claro...). En todo caso, la "energía interior" de la tierra seguirá ahí durante muchos millones de años.

    Recibe igualmente un fraternal saludo.

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  12. Bajo mi punto de vista el panorama no está tan mal. Es cierto que falta la ambición que había antes pero creo que se obra con más cabeza. No se dan grandes pasos para la humanidad, pero sí pequeños e importantes basándose en las tecnologías desarrolladas en las decadas pasadas.

    Por el momento, me parece más útil seguir explorando el sistema solar con sondas, colocando telescopios en orbitas bajas (o los puntos de lagrange), etc, con tecnologías de los años 70, que intentar generar una nueva etapa de exploración espacial.

    Puede que esto último esté fuera de nuestro alcance de momento, y de intentarlo quizás sólo conseguiríamos desmoralizarnos y renunciar a otros pequeños programas que, aunque no sean espectaculares, sí que son muy útiles. Creo que hoy en día se ha puesto el acento en sacarle todo el partido a las tecnologías existentes y en hacerlas más baratas y accesibles al gran público del ámbito comercial.

    Que nadie olvide que la revolución informática de los últimos años ha venido sobre todo de la mano del ordenador personal y no de los supercomputadores de los grandes laboratorios científicos. A veces es mejor abaratar y hacer más accesible lo que tenemos que desarrollar nuevas tecnologías.

    Entiendo la urgencia que se nos dispara a los aficionados a la ciencía con respecto a estos temas, pero debemos tener paciencia y disfrutar de una etapa tan prolífica como la actual. Es difícil esperar presupuestos gigantescos para la exploración espacial como los de la guerra fria, pero, aunque más pequeños, hoy en día tenemos unos presupuestos muy grandes que poco a poco nos regalan sus frutos.

    Por otra parte, creo que la mejor táctica para avanzar más rápido en la exploración, posiblemente pase por la especialización y la colaboración. Los rusos tienen los mejores lanzadores, los europeos son buenos en el desarrollo de satélites, los japoneses en la robotización, los americanos son buenos en casi todo excepto en sus lanzadores... quizás lo mejor, como ya se insinúa en el artículo, es utilizar las mejores (y más baratas) tecnologías existentes, en lugar de desarrollar cada uno la suya propia.

    Sin más un saludo y expresar mi admiración por este increible blog en el que se respira un rigor y profundidad difícil de encontrar en internet.

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  13. Hola, Álvaro:

    Sin duda llevas razón en una parte importante de lo que dices: no estamos para grandes proyectos. Pero pretendía apuntar un poco hacia el *por que* ya no estamos para grandes proyectos (cuando hace medio siglo sí que lo estábamos...) y también hacia las consecuencias de esta "mediocridad" contemporánea.

    Y muchas gracias. :)

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  14. Yuri...¿Que hay del Bussard Ramjet? Son solo pajas mentales o puede ser factible

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