La crisis, la ruina de Iraq y los errores fundamentales de concepto provocan una decisión esperada.
Es un proceso lento, pero seguro, que se plasmó claramente el mes pasado con la votación en el Senado de los Estados Unidos favorable a terminar la producción del supercaza F-22 Raptor. No habrá presupuesto el año próximo para seguir fabricándolos, y a duras penas para mantener los actuales, que necesitan 34 horas de mantenimiento por cada hora de vuelo. No es de extrañar que cada una de estas horas de vuelo cueste casi 50.000 dólares. Así, se quedarán finalmente con 187 aviones de este tipo, muy lejos de los 750 que se prometieron en un principio, de los 381 que la Fuerza Aérea consideró "imprescindibles" año y medio atrás y bastante por debajo de los 243 que constituían un "mínimo absoluto" hace seis meses. En vez de eso, la columna vertebral de la USAF estará compuesta por los mucho más flexibles y económicos F-35 Lightning II.
Y con semejantes costes de mantenimiento, habrá que ver cuántos de esos 187 Raptors siguen volando dentro de cinco o diez años. Pero no se trata sólo de este polémico caza semifurtivo de superioridad aérea, sino también de más cosas. El Secretario de Defensa Robert Gates explicó algunos de los recortes más significativos en una comparecencia del pasado mes de abril:
- Cancelación del programa satelitario de comunicaciones militares avanzadas TSAT, valorado en 26.000 millones de dólares.
- Recorte de 1.400 millones en el controvertido sistema de defensa antimisil, para concentrarse en la protección terminal de teatro de operaciones. Específicamente, desaparece el segundo prototipo de láser aereo ABL, el vehículo interceptor múltiple MKV y en general cualquier cosa que no esté orientada a la defensa terminal estricta.
- Terminación de los nuevos destructores furtivos DDG-1000, que a su vez era un recorte sobre el proyecto DD-21 anterior. Se construirá un mínimo de uno y un máximo de tres de los que ya están en el astillero, y ninguno más.
- Retraso en la producción de los nuevos portaaviones de la clase Gerald Ford, cuyo tiempo de construcción por unidad pasará a ser de cinco años.
- No se iniciará el desarrollo de ningún nuevo bombardero que sustituya a los B-52 Stratofortress, B-1B Lancer o B-2 Spirit. Algunos de estos aparatos tienen más de cincuenta años de antigüedad y el más reciente lleva ya doce años en servicio.
- También se cancela el proyecto FCS para la construcción de vehículos de combate futuros, que debían suceder a los actuales carros M1 Abrams y otros blindados.
La primera pregunta que hay que hacerse a la hora de evaluar un sistema armamentístico es: "¿en qué guerra?". De nada sirve disponer de un arma muy sofisticada o impresionante si no existe ningún conflicto en que pueda ser usada claramente; pues un arma, a fin de cuentas, sirve para pelear en una guerra. Y todos estos proyectos son herederos de la Guerra Fría, cuando enfrente había una URSS capaz de igualar e incluso aumentar todas las apuestas.
En el nuevo mundo de guerras asimétricas en lugares de relevancia menor, focos geoestratégicos multilaterales, fuerzas nucleares proliferadas y modelo económico globalizado, donde las grandes disputas se pelean ante la Organización Mundial de Comercio, muchos de estos sistemas carecen de sentido. Por decirlo de alguna manera, "ha estallado la paz", y la fantasmagórica guerra contra el terrorismo simplemente es un chiste trivial en comparación con los enfrentamientos de otros tiempos aunque algunos quieran ver en ella la Tercera Guerra Mundial que nunca estalló.
Armas como el F-22 no tienen oponente. Pero no en sentido metafórico, sino en sentido estricto: no hay ningún conflicto donde se puedan utilizar con provecho, salvo ejercicios de imaginación bastante descabellados. Se dice con frecuencia que un portaaviones de la US Navy son cien mil toneladas de diplomacia, pero es una diplomacia muy cara y poco útil en el mundo actual. Nadie va a ir a la guerra contra Rusia o China, por poner dos ejemplos clásicos; todos estamos muy contentos comprándoles millones de toneladas de hidrocarburos y microelectrónica. Y para enfrentarse a países tercermundistas o en vías de desarrollo, es una fórmula demasiado sobredimensionada. Matar moscas a cañonazos, que se dice.
¿Con qué dinero?
Como es sabido, la economía norteamericana ha sido fuertemente afectada por la crisis global. Pero no se trata sólo de eso. Las aventuras militares del periodo de George W. Bush han resultado ser catastróficas en términos económicos. La Guerra de Iraq es especialmente desastrosa: según el Times, su coste ascenderá en el largo plazo a tres billones de dólares. Billones europeos; o sea, tres millones de millones de dólares. Haciendo las conversiones oportunas a dinero actual, eso resulta ser más que todo lo gastado por los EEUU en la Guerra de Vietnam o en la Primera Guerra Mundial, y un 60% de lo que emplearon en la Segunda Guerra Mundial. Sin ninguno de los beneficios de la Segunda Guerra Mundial; tan sólo el control indirecto sobre un país productor de petróleo que no logra pasar de 2,5 millones de barriles al día y un más que tenue dominio estratégico sobre un sector del Golfo Pérsico.
Estados Unidos tiene también la mayor deuda pública del mundo, que viene aumentando extraordinariamente desde los años de Reagan, con un breve paréntesis durante el periodo Clinton. El billón de dólares dedicado en fechas recientes al Acta de Estabilización Económica de Emergencia ante la crisis global ha dejado a la administración norteamericana sin dinero para gastar. El dólar sigue cayendo frente al euro y perdiendo progresivamente su papel de moneda de referencia y reserva. Quizás Estados Unidos ya no sea una superpotencia, sino un primus inter pares. Sea como fuere, es obvio que andan cortos de dinero. Cómo será la cosa, que McCain se ha mostrado de acuerdo con la mayor parte de estos recortes. Algo impensable en España, desde luego.
Breve perfil de las guerras futuras.
Todo país debería tener de vez en cuando esta misma valentía de revisar sus prioridades defensivas. Estados Unidos acaba de hacerlo, aunque sea presionados por la crisis, y sus decisiones reflejan muy bien la clase de guerras en que están pensando.
El gran beneficiario de esta reestructuración son los medios de espionaje, reconocimiento e inteligencia, especialmente en forma de aeronaves no tripuladas; aparatos robóticos del tipo del Predator. Resultan también favorecidos los pequeños buques de combate litoral, como el LCS y el JHSV. Y, desde luego, el F-35 como alternativa al F-22.
Pero se observa que la mayor parte del gasto va a estar destinada a mejorar los medios logísticos, que esencialmente se caían a trozos, con una importante partida para la cooperación internacional y mucho hincapié en operaciones pegadas al terreno del tipo que son características en los conflictos irregulares. Guerra de guerrillas avanzada, o contrainsurgencia si se prefiere utilizar su lenguaje.
Es evidente que esta opción resulta forzada por el compromiso de Estados Unidos en Iraq y Afganistán, dos conflictos enormemente asimétricos que han puesto en evidencia de modo palmario las debilidades del concepto precedente. Sólo el tiempo dirá si esta elección es sabia o ciega, pero resulta obvio que los Estados Unidos se preparan para luchar guerras futuras donde el enemigo no es un ejército poderoso, sino un crío con un AK-47 y explosivos. Es un extraño mundo el que nos ha quedado al terminar la Guerra Fría. Ejércitos del Tercer Milenio contra Kalashnikovs. Y, por el momento, cualquiera diría que van ganando los Kalashnikovs. O al menos, haciendo tablas, que es de lo que se trata. De sobrevivir.
Normal. El ejército que tiene EEUU y que iba a seguir aumentando no tiene objetivo alguno. Es demasiado grande. La pregunta de "¿en qué guerra?" viene al pelo.
ResponderEliminarEstá claro que el alto mando yankee querría disponer de los nuevos aparatos -y de más unidades de los actuales-, pero el coste hay que pagarlo.
Una gran medida que hacía mucho deberían haber tomado... pero, claro, hablábamos de tito Bush :gaydude:
Como corrección al comentario de Godfather. No es tanto que el alto mando quiera tenerlos sino la cantidad de miles de millones de dolares (euros, da igual) que genera la industria armamentística y los lobbies que verían sus bolsillos llenos por dar su apoyo en el senado.
ResponderEliminarYo vivo indirectamente de esa industria armamentística al igual que mucha gente en el mundo. Es MAS QUE CORRECTO decir que el futuro está en la previsión con una "inteligencia" con todos los medios posibles, que en el ataque a diestro y siniestro, hoy en día imposible ¿o acaso no podrían haber tirado tres "bombitas" en Iraq y todo finiquitado?
Otro artículo cojonudo Yuri. Podrías poner tus "shared" de Google Reader. Muchos te seguiríamos leyendo tus "recomendados".
ResponderEliminarAnda, danos el gustazo :)
Pues... es que no uso Google Reader. :D
ResponderEliminarPero veré de poner recomendaciones de libros de vez en cuando. ;)
Plantearse las prioridades de gasto militar nunca esta demas.
ResponderEliminarUSA tiene la necesidad de mantener su supremacia militar frente a rusia o china y ello le obliga a embarcarse en proyectos que se la aseguren. Tampoco hay que olvidar los avances tecnologicos que han supuesto las inversiones militares.
Supongo que esto nos da una idea de los escenarios que tendremos en el futuro. Habrá "Iraqs" y "Afganistanes" para rato.
ResponderEliminarUn giro hacia la sensatez de los Estados Unidos. Bueno, toda la sensatez que permiten estas cosas, claro.
Me gusta mucho tu blog, yuri. A esta entrada yo le añadiría la cita de Mao: "un ejército pierde si no gana, una guerrilla gana si no pierde".
ResponderEliminarMuy bien especificar que el billón es español, y no anglosajón. Muchos periodistas no son nada rigurosos con esto.
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