jueves, 30 de julio de 2009

Derechos humanos.

Fundamentos de la civilización

Es en días duros como hoy —escribo con la sangre de dos funcionarios públicos aún caliente sobre las calles mallorquinas— cuando es más importante recordar quién somos, qué somos y cómo hemos llegado hasta aquí. Pues es en días duros como hoy cuando nos hierve la sangre y los demagogos hacen su agosto, apelando a nuestros instintos más bajos, a lo peor de nosotros, a nuestro miedo, a nuestro odio y a nuestro afán de venganza. A todo aquello que nos convierte en ratonil turba de linchamiento. En cobardes y descerebrados, vaya.

Es en días duros como hoy cuando debemos tragar saliva, apretar los puños y mirar al cielo. Y recordar nuestra apuesta colectiva esencial por la convivencia, por la libertad, por la democracia y por la paz con justicia. Y para que todo esto sea posible, hemos de reafirmarnos en unos valores fundamentales, que son los valores mejores y más depurados de toda la filosofía occidental: los derechos humanos. Quienes se llenan la boca con Occidente o con supuestas crisis de valores pero olvidan o incluso desconfían de los derechos humanos, están hablando de paja y humo. Pues esos son, precisamente, los valores de Occidente como civilización: aquellos que nos hemos puesto de acuerdo libremente en respetar y defender.

Nadie se engañe. Los derechos humanos son la expresión más desarrollada del conjunto del pensamiento occidental. Sin ellos no somos nada, sin ellos nunca habríamos llegado hasta aquí, sin ellos queda abierto el camino del totalitarismo, el abuso, el atraso y la opresión.

Los derechos humanos no nacieron en Occidente, sino en lugares como Mesopotamia, la India o el Califato Islámico antiguo. Pero sí fue en Occidente donde cuajaron, perduraron y terminaron convirtiéndose en fundamentales y universales, no sin lucha ni poca sangre. Ya en 1215 la Magna Carta, en Inglaterra, limitó los poderes del rey e introdujo los principios del habeas corpus: el derecho a apelar eficazmente contra la detención ilegal. El habeas corpus es la primera y más esencial de las garantías de libertad, y por ello todos los aspirantes a tirano han tratado de diluírlo, deslegitimarlo o suprimirlo.

A lo largo de una prolongada lucha, con muchos pasos adelante y muchos pasos atrás, estos primeros intentos terminaron plasmándose en documentos esenciales como la Bill of Rights que constituye el Preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776); la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de los revolucionarios franceses de 1789, que extendió los mismos valores por Europa y muchos otros lugares; y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), que daría el primer paso para convertirlos en universales. Estas declaraciones inspiran ahora en mayor o menor medida las constituciones de todas las naciones civilizadas; entre ellas, la española de 1978.

Los derechos humanos constituyen la última barrera contra la tiranía, la arbitrariedad y el abuso de poder. El garantismo estricto es la única seguridad que se aplicarán en todos los casos, incluyendo el tuyo y el mío. Cualquier concesión, incluso aunque parezca irrelevante, los desvirtúa y abre la puerta a futuras concesiones de mayor calado. Cualquier excepción contiene la semilla de la sangre, del genocidio y de la opresión, una vez más. Cualquier violación de los mismos debe suponer la condena activa de todos nosotros. Porque sin derechos humanos, no hay democracia posible. Porque sin derechos humanos, no queda ninguna libertad. Sólo los idiotas conceden graciosamente su última línea de defensa contra la oscuridad. Sólo los imbéciles creen que a ellos nunca les tocará.

Si un puñado de tiranos asesinos insignificantes, cobardes y descerebrados nos convierten en tiranos asesinos insignificantes, cobardes y descerebrados, ellos han ganado. Eso es algo que no nos podemos permitir. Nosotros sí tenemos mucho que perder.
Lee la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, o la Convención Europea de Derechos Humanos.

lunes, 27 de julio de 2009

¿Qué es científico?

Fundamentos del método científico
La ciencia ha demostrado ser la herramienta principal y más fiable de la especie humana para la adquisición de conocimiento cierto. Desde el inicio de la revolución científica a mediados del siglo XVI, ningún otro modelo filosófico ha logrado hacerle sombra. Su poder es evidente: permite descubrir y comprender el universo que nos rodea, otorga la posibilidad de desarrollar tecnologías avanzadas, pone en nuestras manos la capacidad de alcanzar conclusiones objetivas. En cada instante de su evolución, la ciencia ha ofrecido a la humanidad lo más parecido a la verdad que era posible conseguir en ese momento.

Y no sólo eso. La ciencia ha tenido también el poder de traernos beneficios inmensos que nos arrastraron desde la pobreza, la ignorancia y la superstición de la Edad Media hasta las sociedades contemporáneas y los confines del universo conocido. Antes de su llegada, todos los humanos vivíamos en una versión extrema de lo que hoy en día llamamos Tercer Mundo. Gracias a la ciencia, la esperanza de vida para la generalidad de nuestra especie ha aumentado de 30 a 70 años: más de una vida extra para cada ser humano, incluyéndote a ti. Uno de cada tres niños moría antes de alcanzar los cinco años de edad; ahora sobreviven 19 de cada 20 y, en los países más desarrollados, 99 de cada 100. Todo lo que nos rodea es resultado en mayor o menor medida de la Revolución Científica. Todo esto es obra de la ciencia, junto a muchísimas más cosas. Incluso en el plano de las ideas, resultaría muy complicado imaginar los modernos conceptos de libertad, derechos y democracia si nadie hubiera puesto en tela de juicio el orden tradicional y las supercherías antiguas a través de formas de pensamiento crítico cuya historia discurre trenzada inseparablemente a la historia del pensamiento científico.

Pero, ¿por qué la ciencia es tan poderosa? ¿Qué tiene tan especial, para habernos dado tanto en tan poco tiempo? ¿Es verdaderamente posible que haya una vía para conocer la Verdad, así, con uve mayúscula? ¿Por qué todo lo que hace la ciencia y su hija la tecnología termina por triunfar tarde o temprano, mientras que las demás cosas que hacemos los humanos son tan impredecibles y frecuentemente se saldan con clamorosos fracasos?

La clave del poder de la ciencia radica en el método científico. El método científico es una forma de buscar el conocimiento mediante la observación y el razonamiento estrictos, de manera sistemática y con el objetivo de hallar principios y leyes generales de validez universal. El método científico está diseñado de tal modo que toda subjetividad humana desaparezca, dejando únicamente los hechos y razonamientos objetivos.

Al aplicar con rigor el método científico, sólo puede quedar la verdad desnuda, o lo más parecido a la verdad desnuda que es posible conocer en ese momento específico: una verdad provisional tan próxima a la certeza como se puede llegar. A diferencia de lo que ocurre con los dogmas y doctrinas, el método científico se vuelve aún más fuerte cuando alguien lo utiliza para demostrar que una verdad establecida resulta ser falsa o incompleta: la ciencia tiene esa capacidad de corregirse a sí misma constantemente, refinando el conocimiento humano cada vez más y mejor. Algunos creen que este carácter eternamente provisional del conocimiento científico es una prueba de su debilidad frente a doctrinas tradicionales que pretenden contener la Verdad Absoluta. Pero se trata, en realidad, de su mayor fortaleza: la ciencia se extiende, avanza y mejora día a día, mientras que los dogmas no pueden evolucionar por su propia naturaleza de Verdad Absoluta y, por tanto, no mejorable.

Existen varias aproximaciones posibles al método científico. La más clásica, que inspira a todas las demás, es el llamado modelo hipotético-deductivo. El método hipotético-deductivo consta de siete pasos, siempre en el mismo orden:
  1. Observa: identifica con claridad el fenómeno que vas a estudiar, obsérvalo con atención y reúne todos los datos disponibles sobre el mismo. Delimítalo con nitidez: qué está dentro de tu estudio y qué queda fuera del mismo. Ponlo por escrito y reléelo con frecuencia.
  2. Crea una hipótesis: una vez tengas una visión global del fenómeno, imagina una explicación razonable que lo describa en su totalidad. Esto se llama una hipótesis. La hipótesis debe ser formulada con completa precisión, sin ambigüedad alguna en las palabras. Si es necesario, explicarás exactamente qué quieres decir con cada una de tus palabras; más a menudo, usarás lenguaje técnico con sentido específico. Estamos buscando una conclusión científica, no preparándonos para una discusión a golpe de triquiñuelas lingüísticas.
  3. Haz una predicción: como si fueras un adivino o una bruja, debes utilizar tu hipótesis para predecir algo que ocurrirá en el futuro si ésta es correcta; y diseñar un experimento para comprobarlo. Siempre, siempre, la carga de la prueba recae sobre quien afirma.
  4. Haz el experimento: tu experimento no debe estar diseñado en primer lugar para dar pábulo a tu predicción, sino para demostrar su falsedad por todos los medios. Sí, como suena: tienes que ir con todas tus fuerzas contra tu propia hipótesis. Con sadismo y mala baba. Sólo cuando se demuestre más allá de toda duda que las predicciones de tu hipótesis se cumplen, podrás comenzar a pensar que es verdadera. Tu experimento, además, debe ser reproducible: cualquier otro científico con equipo similar, en cualquier otro momento y lugar, debe ser capaz de repetirlo y validarlo independientemente.
  5. Vuelve al paso 1 hasta que no haya discrepancias entre los resultados de tus experimentos y las predicciones de tu hipótesis. Sólo entonces puedes pasar al siguiente nivel:
  6. Extiende, expande e integra: busca otros fenómenos análogos y repite el proceso. Profundiza. Al final, estarás en condiciones de proponer una ley que explique las observaciones en su totalidad y realice predicciones válidas para todos sus casos.
  7. Formula una teoría: la teoría, a diferencia de lo que la gente cree, es el último paso y el más sólido de todos ellos; una teoría reúne estas leyes e hipótesis verificadas en un sistema de conocimiento completo, global, que se integra con el resto de la ciencia. Y aún y así, podrá ser criticada y desafiada en todo momento, pero siempre empezando de nuevo por el paso 1.
Todos los pasos son imprescindibles y deben completarse en el orden expuesto. No importa lo rígido que parezca: igual que un solo cambio de signo en un problema matemático producirá un resultado erróneo, una sola falta en la aplicación del método científico dará lugar a conclusiones falsas y descabelladas.

A cambio, la ciencia compartirá contigo su poder: la capacidad de descubrir, de comprender, de construir, de desarrollar. La posibilidad de avanzar y de soñar cosas verdaderas.

Y además, será muy difícil que te engañen y que te manipulen. Cuando alguien intente colarte alguna afirmación indiscutible, alguna verdad de las que sabe todo el mundo o cualquier pamplina de supuesto sentido común, recuerda: la carga de la prueba recae siempre sobre quien afirma. Quien afirma, debe probar. Y probar, lo que se dice probar, sólo se puede probar verdaderamente usando el método científico.

El método científico nos arrancó de las tinieblas de la miseria y de la ignorancia para llevarnos a las sociedades modernas con todas sus tecnologías y a una comprensión profunda de la vida, del mundo y del universo que sólo ahora comenzamos a vislumbrar. También puede conducirnos a la destrucción de maneras nunca antes sospechadas, y por ello exige una nueva ética a la hora de aplicar sus resultados, libre de los dogmas del pasado y por eso mismo consciente de sus esperanzas y de sus peligros. Nunca antes tuvimos una herramienta tan poderosa. Ni tanta responsabilidad.

viernes, 24 de julio de 2009

El huevo y la gallina

No hay preguntas estúpidas. Sólo respuestas estúpidas.

Cuando se quiere indicar a alguien que está haciendo una pregunta absurda, sin respuesta posible, probablemente idiota, se le suele espetar: "¿y qué fue primero, el huevo o la gallina?". Con esto se pretende cerrar la cuestión, especialmente si viene de una boca aún con dientes de leche, o casi. El tema, de hecho, no es muy nuevo; ya mareaba a Aristóteles, hace unos 2.400 años:
Si hubo un primer hombre, tuvo que nacer sin padre ni madre, lo que es repugnante a la naturaleza. Tampoco pudo haber un primer huevo que diera lugar a los pájaros, pero tuvo que haber un primer pájaro que diera lugar a los huevos, y un pájaro viene de un huevo.
El asunto también preocupó a Platón, y a Plutarco, que fue quien centraría el tema específicamente en las gallinas. Macrobius, filósofo romano, mantuvo que era materia de la mayor relevancia:

Hacéis bromas de lo que os parece una trivialidad: preguntar si la gallina vino primero del huevo, o el huevo de la gallina. Pero el asunto debe considerarse de importancia, digno de discusión, y de discusión cuidadosa.
Si a gente de tanta enjundia el asunto le parecía importante, quizá debamos conceder a la preguntita de marras una segunda oportunidad. Porque, a decir verdad, es intrigante, una aparente paradoja sin solución.

Dos milenios y muchas neuronas consumidas después, la ciencia está en disposición de contestar a esta pregunta. Y la respuesta es: el huevo, por partida doble.

Tal y como se plantea la cuestión normalmente, resulta obvio: cientos de millones de años antes de que hubiera gallinas sobre la faz de la Tierra, las especies ovíparas que nos antecedieron se reproducían a través de huevos. Peces, anfibios, reptiles y aves llevan replicándose de tal manera desde el Precámbrico. Incluyendo a los dinosaurios, mucho tiempo después. El huevo, así en general, antecede a la gallina por varias eras. A pesar de las dificultades de los huevos para conservarse como fósiles, se hallaron no hace mucho en China algunos fosfatados, de Megasphaera ornata, un animal marino con aspecto tubular que vivió hace 600 millones de años.

Si la pregunta es "¿qué fue primero, el huevo de gallina o la gallina?", el problema es sólo de lenguaje humano, no científico. Específicamente, depende del significado que otorguemos a la preposición "de".

Sólo cuando "de gallina" quiere decir "procedente de una gallina", podríamos considerar —en sentido únicamente lingüístico— que el huevo surgió después de la gallina.

En cualquier otro sentido, el huevo antecede también a la gallina. Las recombinaciones y mutaciones genéticas que provocan la evolución de las especies sexuadas —el hecho de que una especie se convierta en otra— ocurren en el momento de la fecundación e incluso antes, dentro de los gametos: el óvulo y el espermatozoide. El cigoto resultante, por tanto, ya tiene las características del futuro ser, las conservará a lo largo de toda su vida y las transmitirá a su descendencia (si no se produce otra mutación), dando así lugar a una nueva especie o cuando menos a individuos diferenciados.

Es decir: una antecesora de la gallina común, que aún no era una gallina común, fecundó un óvulo con una mutación que daría lugar a la gallina común. Ese óvulo fecundado, al convertirse en huevo, ya tenía todas las características de la gallina común. Era, a todos los efectos, un huevo de gallina. Cuando el pollito lo abrió, dio lugar a la primera clueca de las que en el mundo han sido.

Ya ves. La pregunta aparentemente estúpida sobre el origen del huevo y la gallina nos ha conducido a un recorrido por la historia de la vida, del principio de causalidad y de la evolución de las especies. No, con seguridad no existen preguntas estúpidas. Sólo, acaso, hay respuestas estúpidas. Muchas respuestas estúpidas.

Huevos del extinto animal marino Megasphaera ornata, de 600 millones de años de antigüedad, en distintos estadios de desarrollo (agencia Xinhua).

jueves, 23 de julio de 2009

A la memoria


La pizarra de Yuri ha sido fundada a la memoria de
Giordano Bruno,
científico, filósofo y cosmólogo.
(1548 - 1600)

Proponente de que la Tierra gira alrededor del Sol, de la infinitud del universo y de la pluralidad de los mundos habitados.

Remoto precursor de la teoría de la información cuántica y de las ciencias de la memoria.

Acusado de inmoralidad, enseñanzas erróneas, blasfemia, brujería y herejía.

Quemado vivo por la Inquisición en Campo de' Fiori, Roma, el 17 de febrero de 1600.

Existen innumerables soles; hay innumerables tierras que dan vueltas alrededor de estos soles, de manera similar a la que nuestros siete planetas dan vueltas alrededor de nuestro sol. Hay seres vivientes que habitan estos mundos.
--Giordano Bruno, De l'infinito universo e mondi, 1584.

¡Tenéis vosotros más miedo al pronunciar esta sentencia que yo al recibirla!
--Al tribunal de la Inquisición que le condenó.

Seis citas para un blog.

Si no somos capaces de pensar por nosotros mismos, si somos renuentes a cuestionar la autoridad, entonces somos sólo marionetas en las manos de quienes están en el poder. Pero si los ciudadanos están educados y son capaces de formarse su propia opinión, entonces los que están en el poder trabajarán para nosotros. En todos los países, deberíamos enseñar a nuestros hijos e hijas el método científico y las razones por las que existe una Declaración de Derechos. Y con ello, una cierta dosis de honestidad, humildad y espíritu comunitario. En el mundo acosado por los demonios donde vivimos por el mero hecho de ser humanos, esto puede ser todo lo que se interponga entre nosotros y la oscuridad.


La experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio. Es la emocíón fundamental que está en la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia. El que no la conozca y no pueda ya admirarse, y no pueda ya asombrarse ni maravillarse, está como muerto y tiene los ojos nublados. Fue la experiencia del misterio, aunque mezclada con el miedo, la que engendró la religión. La certeza de que existe algo que no podemos alcanzar, nuestra percepción de la razón más profunda y la belleza más deslumbradora, a las que nuestras mentes sólo pueden acceder en sus formas más toscas... son esta certeza y esta emoción las que constituyen la auténtica religiosidad. En este sentido, y sólo en éste, es en el que soy un hombre profundamente religioso. No puedo imaginar a un dios que recompense y castigue a sus criaturas, o que tenga una voluntad parecida a la que experimentamos dentro de nosotros mismos. Ni puedo ni querría imaginar que el individuo sobreviva a su muerte física; dejemos que las almas débiles, por miedo o por absurdo egoísmo, se complazcan en estas ideas. Yo me doy por satisfecho con el misterio de la etemidad de la vida y con la conciencia de un vislumbre de la estructura maravillosa del mundo real, junto con el esfuerzo decidido por abarcar una parte, aunque sea muy pequeña, de la Razón que se manifiesta en la naturaleza.

--Albert Einstein, Mi visión del mundo.

Cuando le doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qué los pobres no tienen comida, me llaman comunista.

--Monseñor Hélder Câmara, que fuera arzobispo de Recife.

Quienes renuncian a la libertad para obtener seguridad no tendrán, ni se merecen, ni libertad ni seguridad.

--Thomas Jefferson, "padre fundador" de los Estados Unidos.

Nada existe para ser temido. Sólo para ser entendido.

--Marie Curie, descubridora del radio, primera mujer Premio Nobel.

Debemos saber. Sabremos.

--En la tumba de David Hilbert, matemático.

Поехали!

Hace ahora algo más de cinco años, entré en el popular foro de discusión www.forocoches.com para contestar a algo que dijo alguien; sinceramente, ya no recuerdo el qué. No pensaba volver mucho por allí, pero me fui cautivando. Poco después, sin pensar demasiado, elegí como apodo el nombre de un personaje que me viene fascinando desde la infancia: Yuri Gagarin, el cosmonauta bajito que abrió las puertas del cosmos para toda la humanidad.

Media década y casi 19.000 mensajes después -se dice pronto- este personaje Gagarin terminó convirtiéndose en una especie de referente. Que no lo digo yo, que lo dicen otros. YuriGagarin de Forocoches siempre fue polémico, siempre tuvo una opinión apasionada, siempre intentó enseñar a los demás. Hay quien lo odia y hay quien lo ama, y ambas cosas son razonables y legítimas. En todo caso, lo que es cierto es que YuriGagarin nunca pasó desapercibido.

Por ese y por otros motivos, la persona que hay detrás del personaje YuriGagarin sintió en un determinado momento que éste se estaba quedando estancado, prisionero dentro de los límites de un único lugar, aunque fuera tan buen lugar. Sintió que necesitaba crecer, y volar, pues siempre fue cosa de cosmonautas eso de volar. Aunque fueran bajitos.

Este blog, o web, o lo que sea, es el primer intento de YuriGagarin de despegar más allá de Forocoches, la cálida atmósfera que lo vio nacer. Seguirá participando en el foro, pues allí se suele divertir y además, es de mal nacidos ser desagradecidos; y tanto YuriGagarin como la persona que hay detrás están muy agradecidos a Forocoches, al palentino que lo creó y a las muchas personas que participan en él. Sin todos ellos, YuriGagarin no habría llegado a nacer, ni a darse cuenta de su potencial.

Ahora, ha llegado la hora de volar. Поехали. Vamos allá.